"El hombre está condenado a ser libre, ya que una vez en el mundo, es responsable de todo sus actos." –Jean-Paul Sartre.
5:58 -Madrugada.
Me despertó el sonido de mi teléfono, esa horrible melodía alegre me provoca ansiedad, pero es la única que logra despertarme.
Tal vez, no fue el mejor lugar en donde uno amanece, sin embargo, fue interesante, nunca había caído tan bajo como para dormir en el suelo de una discoteca. Espero que nadie se entere de esto, que vergonzoso... Además, mi madre me mataría.
Bajé las escaleras y los alcohólicos permanecían en el mismo lugar que anoche; durmiendo y ahogándose en sus propios vómitos, ¿Acaso no tienen otra cosa mejor que hacer?
Me acerqué al bar y ahí estaba ella todavía. –Así que... ¿Turno completo, eh? –Comenté.
–Vaya, hablando de la reina de Inglaterra, ¿Qué tal tu descanso, niña?
–Suficiente como para ir a clases y quedarme dormida en matemáticas, como siempre. –Respondí apoyando mis codos en la barra. –Por cierto, gracias. Te daría propina..., pero ya sabes, no tengo dinero.
–No quiero volver a verte por aquí... –Advirtió seria. –Espera, te traeré algo para que comas. –Giró y entró a la cocina.
Que amable, pero no es lo necesito.
Observé cada rincón del local para ver si habían cámaras, pero no, no tenían ni una sóla. Me acerqué a esos hombres y les saqué el dinero de sus billeteras, no era mucho, sin embargo, era suficiente como para tomar un taxi y devolverme a casa. Uno de ellos tenía dos niños en su cartera, que decepcionante, en vez de estar con esos dos ángeles; decide estar aquí.
Guardé el dinero sin remordimiento y me fui.
Cuando llegué a casa, la estufa estaba apagada, había olvidado que la dejé prendida, gracias al cielo no ocurrió nada. Abrí las cortinas y subí con valor las escaleras. Pasé por el pasillo sin detenerme hasta mi habitación, me di un baño y me vestí; unos pantalones negros que no alcanzaban mis tobillos, una playera blanca, una chaqueta olgada y mis clásicas Vans negras. Bajé corriendo por las escaleras, encendí el televisor y desayuné.
Había dormido aproximadamente 2 horas, unas 2 malditas horas, todo por mis estúpidas alucinaciones o lo que sea que haya ocurrido ayer. Agotada y sin ánimo llegué a clases, buscaba a Alisha en los baños y por casi todo campus, llamaba a su celular, pero no respondía y tampoco Justin... Me preocupé. No obstante, finalmente los encontré en la cafetería; desayunando. Tuve que haber empezado por ahí.
–¡Santo cielo, Clara! ¿Qué te pasó en la cara? -Exclamó ella.
–Los busqué por todos lados, ¡¿Por qué no contestaban!? –Dije molesta colocando la mochila sobre la mesa.
–Lo siento, anoche mi teléfono cayó al agua. –Excusó Alisha, encogiendo sus hombros.
–Espera... -Dijo Justin. Sacó su iPhone y suplicó con la mirada. –Perdona, estaba en silencio total.
–Me preocupé bastante, par de idiotas. –Musité. –Por cierto, Alisha, ¿Dónde estabas anoche?
Justin se acomodó en el asiento; la miró con una sonrisa juguetona y con un tono burlón, comentó. –¿Así? ¿Te escabulliste otra vez?
–Ayer fui a tu casa y no estabas. –Añadí.
–Sí, bueno, acompañé a Erny a una fiesta de sus primos. –Dijo apoyándose sobre el respaldo.
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Heridas que no sangran. [Editando]
Random"Se ha dicho que el tiempo cura todas las heridas. No estoy de acuerdo. Las heridas permanecen. Con el tiempo, la mente, protegiendo su cordura, las cubre con una cicatriz, y el dolor disminuye, pero nunca desaparece." -Rose Kennedy. Contiene: -Prom...