CAPÍTULO 12

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Niños corriendo, jugando entre ellos, escapando de sus padres. Parejas abrazadas, compartiendo risas, admirando stands. Ese era el panorama que se apreciaba en la feria futurista, un ambiente animado y lleno de futuras novedades. Una joven enfermera pelinegra robaba miradas, algunas por su belleza y otras por la cantidad de comida que llevaba en brazos. Algodones de azúcar, palomitas de maíz, bebidas, y demás cosas. Para su acompañante no pasaba desapercibido toda la atención que le daban las personas alrededor. Los hombres suspiraban por ella y, las mujeres, destilaban envidia. Si, era digna de admirar, pero solo veían la superficie, su inteligencia si que era algo impresionante, casi de otro mundo. Afortunado el hombre que conquiste  su corazón.

-¿Algún día maduraras?- pregunto el doctor viendo todo lo que ella le obligo a comprar. Con esa figura, nadie creería todo lo que es capas de comer.

- Usted lo dijo Doctor; algún día- respondió Leiya, tratando de no manchar el lindo vestido que le regalo Peggy- además, Doctor Erskine, fue usted quien solicito que lo acompañara- soplo un cabello rebelde que caía en su rostro- tuve que cancelar los planes que tenía con Howard.

- ¿Con Stark?- pregunta con aires de burla- ¿eras una de sus bailarinas?.

- Muy gracioso- le lanzo un par de palomitas, de las que ahora comía, mientras que Erskine trataba de cubrirse con su maletín- el me invito a ver su presentación, y luego de eso subiríamos a todos los juegos de la feria- la mirada incrédula del Doctor le saco una carcajada- déjeme adivinar, ¿no se imagina a Howard en uno de esos juegos, verdad?.

- Bueno, el Stark que yo conozco; engreído, orgulloso, presumido, vanidoso- lo describió, bajo la amenazante mirada de Leiya- no mancharía su imagen dejando que lo vieran en juegos infantiles.

- Se sorprendería de lo que Howard es capas de hacer, solo con que yo se lo pida- alardeo, dejando a Erskine sin argumentos para contradecirle. Si existía una mujer en la tierra que pudiera mandar a Stark, esa era Leiya.

 Caminaron a paso lento hasta el puesto de reclutamiento. Él venía por gusto, quería supervisar si habían reclutas que valían la pena, solo soldados sin cerebro no le servían, quería encontrar algo especial. Trajo a Leiya porque sabía que con su ayuda, todo sería mas rápido. Reunió a los mejores para ese proyecto y la pelinegra era le primera en la lista. Al ser mujer, le atribuyeron menos méritos de los muchos que había logrado, pero el secreto a voces llegó hasta él. Era algo que le disgustaba de la sociedad de mente cerrada en la que vivía, los hombres debían de hacer menos a las mujeres solo para que su frágil hombría no se viera en peligro, patético. Aun así, Leiya y la agente Carter supieron abrirse paso en ese mundo de hombres, y por eso tenían su respeto. La enfermera fue un hueso duro de roer, pero luego de un par de suplicas e intervenciones de Stark y Carter; la pelinegra se unió al proyecto del super soldado. En la entrada de la caseta; Erskine y Leiya se distrajeron por una interesante conversación que se daba en la misma.  

- ¿Y que puedo hacer?- pregunto el muchacho rubio de delgada complexión- ¿recoger metales en mi carretilla?- a la pelinegra le parecía curioso aquel joven, no todos los días conocías a un hombre de altura menor que la tuya. 

- Si, ¿por que no?- le respondió un soldado uniformado, parecía que trataba de convencer a su amigo de que no hiciera alguna cosa. 

- No trabajare en una fabrica Bucky, Bucky- repitió cuando vio que su compañero quería seguir argumentando- comprende, los hombres arriesgan la vida, no quiero hacer menos que esos soldados- los dos curiosos que espiaban la conversación, concluyeron que el joven rubio quería enlistarse- eso es lo que no entiendes, esto no es por mi.

MAGT PERLE | AGE OF ULTRONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora