Cap. 17

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Dieciséis días.

El azabache regresaba a la sala de espera con un café en la mano. Al llegar, encontró a su amiga, mal acomodada en aquellas incómodas sillas y dormida. Si le tomara una foto y la vendiera, valdría oro.

Se acercó a ella y le removió un poco, haciendo que despertara.

—NoInoesmio— dijo al medio despertarse.

—No soy Ino— mencionó.

—¿Eh?— le vio aun adormilada.

—Ve a dormir a tu hotel— bebió de su vaso.

—No, me quedare contigo. Necesitas mi apoyo— se talló sus ojos, tratando de que el sueño desapareciera.

—Necesito que seas mi apoyo mañana, ahora ve a dormir.

—De acuerdo...— se estiró y bostezo—. Descansa, o algo así.

—¿Gracias?— la pelirrosa se levantó y se fue.

El azabache tomó asiento en la silla donde anteriormente estuvo su compañera, y tomó un trago de su café.

—¿Hinata se fue?— asustado, giró su rostro en dirección de donde provino esa voz.

—¿Naruto?— murmuró.

—Perdón si te asuste— tomó asiento a su lado.

—¿Qué haces fuera de tu habitación?— vio como el rubio bajaba su mirada y sonreía avergonzado—. ¿Te siguen dando miedo los hospitales?

—Sí... Un poco...

—¿Un poco?

—Bueno, mucho— habló fuerte.

—Lo sé— rió un poco.

—¿Mis miedos te divierten?— fingió ofenderse.

—Un poco, sí— tomó de su café.

Ambos vieron hacia el suelo, aún con una pequeña sonrisa en sus rostros.

Como no sonreían hace meses.

>•<

—O sea, no tenías ya el puto inhalador— el azabache conducía y el rubio iba en los asientos de atrás.

—Se me olvido comprarlos— dijo, cerrando sus ojos otra vez.

—No se te pueden olvidar. Es tu puta salud.

—Ya no había tenido ataques; no creí que fuera a volver a tenerlos— abrió sus ojos. Vio como el azabache hacia muecas y gestos de enfado.

—No puedo creer que seas tan irresponsable.

—Deberías de dejar de hacer esas caritas, te harás viejo más rápido— de repente el rubio estaba apoyado en el asiento del conductor.

—Si no te quedas quieto, voy a chocar y saltare del auto, te dejare aquí— sonrió con malicia.

—Eres un insensible-ttebayo— hizo un puchero y volvió a recostarse en los asientos traseros.

—Sí, claro— rodó los ojos. —Te llevo a tu casa, ¿cierto?

—Sí. Aquí esta la dirección, toma— le acercó un papel.

Veinte Días. ~NaruSasu~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora