Cinco días.
—Ella es tu tía Karin...— dijo el rubio al azabache menor.
—¿Mi tía?— frunció su ceño—. ¿Es como la tía Sakura?
—Eh... No. Ella es mi prima, Sakura es amiga de tu papá Sasuke.
—Pensé que a él le llamaría "mamá"— vio al rubio con un puchero.
—Vaya... Supongo que Sasuke no es versátil— murmuró la pelirroja.
—¡Karin!— le reprendió su primo.
—¿De qué están hablando?— el Uchiha llegó a la habitación donde todos se hallaban.
Tanto el rubio como la pelirroja le veían con asombro y con un leve rubor en sus rostros.
El azabache llevaba unos simples jean's que se entallaban a sus piernas, y con una toalla secando su cabello.
—Sigo sin intender como dejaste a ese bello Uchiha— dijo la chica viendo al nombrado de arriba a abajo.
—Karin...— le regañó.
El rubio se acercó al mayor y le susurró en su oído.
—¿Por qué no te pones una polera? Hace frío.
—Vengo a hacer el desayuno— dijo mientras levantaba a su hijo en brazos.
—Si quieres yo te ayudo— la pelirroja alzó la mano.
—Karin...— habló el azabache—. ¿Podrías ayudarle a Menma a darse un baño?— preguntó mientras le acomodaba su cabello al menor.
—Claro— se acerco a ambos azabaches—. Ven, Menma.
—Ve con Karin— le dio un beso en su frente y se lo paso a la nombrada.
Ambos se perdieron de vista en el pasillo; el azabache y rubio se quedaron solos.
Sasuke se dirigió a la cocina, pasando a dejar la toalla encima del sofá; el Uzumaki le siguió por detrás.
Prendió la estufa y puso la sartén en la hornilla, para luego agregar un poco de aceite en él. Se acercó al refrigerador y sacó unos huevos. Los puso a lado de la estufa.
—¿Cómo te sientes?— Naruto rompió el silencio.
—Bien— contestó cortante.
Puso la cafetera para los tres mayores, y puso un poco de leche en un pocillo para calentar.
—¿Estas enojado?
—No.
—¿Podrías voltear a verme?— el azabache siguió de espaldas a él.
Naruto se acercó al azabache y le tomó del brazo para girarle. Al hacerlo, vio aquellos ojos negros con algunas lágrimas retenidas, apartando la mirada y con su ceño fruncido.
—Dime la verdad, Sasuke. ¿Estás enojado conmigo?
—No.
—¿Entonces por qué evitas mi mirada?— suavizó el agarre de su brazo—. Yo también sufro si tú no me ves. Me siento como la peor mierda del mundo. ¿Sabes? Me siento muy mal... Por todo.
