Cap. 41

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Un día.

Hinata sabía que en cuanto ella se casará, su vida cambiaría.

Decir que, el momento en el que dijeron que se iba a comprometer con un chico bien parecido, no se emocionó, sería una mentira.

Hinata había dejado toda su vida sólo por él, ¿y así era como él le pagaba? Prefiriendo a su ex esposo, ¿en serio?

Después de dejar el pastel en la oficina del rubio, la ojiperla había regresado a su casa y se había encerrado en su habitación. No había salido en todo el día.

En el camino le había gritado a Hanabi, quien se encontraba hablando en la sala con Neji. Claro que, ninguno de los dos, le hizo caso.

Aunque ella no sabía que su vida sería así. Pero trataba de estar feliz, pues en un día, se casaría con el amor de su vida y se olvidarían para siempre del idiota del Uchiha.

Sólo era un día...

Sólo un día.

~•~

El rubio se encontraba algo nervioso.

Muchos dirían que es por lo de la boda, que pronto se casaría y que era por ello. Pero la verdad era que tenía miedo de que todo lo que habían hecho y planeado se fuera a la mierda.

Lo único que podían hacer, era rezar y esperar a que todos los amigos de su prima, pudieran ayudarles.

Sin quererlo, ya había vuelto a desordenar los papeles que, el día anterior, Sasuke había organizado.

¿Cómo lo estaría llevando Sasuke?

~•~

Sasuke, aunque se mostraba tranquilo, era un manojo de nervios.

Sólo pensaba en las posibilidades de que algo malo pudiera pasar ese día o el día siguiente.

Karin y Suigetsu se habían quedado en su habitación para que durmiera con paz, pero no pudo.

La sola idea de que algo malo pasara le hacía querer llorar, gritar y maldecir cuanto su garganta y voz le aguantara.

Bajo sus ojos se podían apreciar unas pequeñas ojeras. Ya llevaba unas cuatro tazas de café y llevaba encerrado en su habitación desde el día anterior; sólo saliendo por sus tazas de cafeína y unos cuantos helados y golosinas.

>•<

Era ya tarde cuando en la casa del rubio se escucharon unos golpeteos en la puerta.

El chico se levantó del sofá y se dirigió a la puerta, vio por el picaporte y casi llora al ver de quien se trataba.

Rápidamente abrió y se arrojó a sus brazos, mientras algunas lágrimas comenzaban a salir.

La persona entró a la casa, junto con las otras tres personas y el rubio enredado en su cuerpo.

Se acercaron al sofá y se sentó, poniendo al chico a su lado, aunque le seguía abrazando.

—Lo siento... Tenías razón, Dei también tenía razón. ¿Por qué no te hice caso?— dijo en un susurró sólo para que le escuchara.

Veinte Días. ~NaruSasu~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora