1
Hay nubes, por supuesto. Invaden el cielo y ocultan la luna hinchada y
palpitante que está carraspeando sobre ellas. Se percibe el lento goteo de su
luz, pero cualquier posible resplandor está oculto, invisible bajo las nubes
que flotan bajas, henchidas y preñadas. Las nubes no tardarán en abrirse y
descargar una torrencial lluvia de verano, muy pronto, porque también
ellas están henchidas del deber que les aguarda, henchidas hasta el punto
de estallar, tan henchidas que también han de esforzarse por retener el
diluvio que ha de llegar, y pronto.
Pronto, pero ahora no, todavía no. También han de esperar, enormes
debido al poder que está creciendo en ellas, la corriente verdadera y
cegadora de lo que vendrá, de lo que ha de venir cuando sea el momento,
cuando sea más que necesario y adopte la verdadera forma de este
momento, cuando forje el verdadero y necesario esqueleto del ahora...
Pero el momento no ha llegado aún, todavía no. Y así, las nubes fruncen
el ceño, se apiñan y esperan, dejan que la necesidad aumente y la tensión
crezca con ella. Será pronto; ha de ser pronto. Dentro de breves momentos,
estas nubes oscuras y silenciosas hendirán el silencio de la noche con la
insoportable omnipotencia brillante de su poder y descompondrán la
oscuridad en esquirlas titilantes..., y entonces, sólo entonces, llegará la
liberación. Las nubes se abrirán y toda la tensión de retener tanto peso
manará a borbotones en la dicha inigualable de la liberación, y su limpia
alegría se verterá e inundará el mundo con su felicísimo don de luz y
liberación.
Ese momento está cerca, tan seductoramente cerca..., pero todavía no. Y
así, las nubes aguardan el momento ideal, alimentan su oscuridad, cada vez
más grandes y cargadas de sombras, hasta que deban soltar su carga.
¿Y aquí abajo, en la noche sin luz? ¿Aquí en la tierra, en el inhóspito
charco de sombra que estas nubes han creado con su enfurruñamiento,
capaz de ocultar la luna y acaparar el cielo? ¿Qué puede ser aquello, allí a
lo lejos, ajeno al cielo y oscuro, que se desliza a través de la noche tan
pletórico, preparado y a la espera, igual que las nubes? Y está esperando,
sea cual sea su oscura sustancia. Espera tenso y enroscado y vigila el
momento perfecto para hacer lo que hará, lo que ha de hacer, lo que
siempre ha hecho. Y ese momento se va acercando poquito a poco, como si
también supiera lo que se avecina y lo temiera, y siente el terror del
momento idóneo que está al llegar, cada vez más cercano..., hasta que se
halla detrás de ti, contempla tu cuello y casi saborea el tibio aleteo de esas