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Astor estaba en la habitación que compartía con Cody, encorvada sobre un
libro ante el tablero que les servía a ambos de escritorio. La expresión de
su rostro había cobrado vida, probablemente, como un fruncimiento de
ceño que delataba concentración, para luego evolucionar hasta conformar
una mueca de frustración. De allí había dado un pequeño salto para
transformarse en una mirada amenazadora, que dirigió hacia mí en cuanto
entré en la habitación.
—Esto son gilipolleces —me gritó, con tal ferocidad que me pregunté si
debería ir a buscar un arma—. ¡Es totalmente absurdo!
—No deberías utilizar esa palabra —dije, en tono bastante amable, pues
estaba seguro de que me atacaría si alzaba la voz.
—¿Qué palabra, «absurdo»? —se mofó—. Porque han tenido que
olvidarse de alguna palabra en este estúpido libro. —Cerró con estrépito el
volumen y se derrumbó en la silla con los brazos cruzados sobre el pecho
—. Un montón de chorradas —dijo, y me miró con el rabillo del ojo para
ver si «chorradas» estaba permitido. Lo pasé por alto y me puse a su lado.
—Vamos a echar un vistazo —dije.
Astor negó con la cabeza y se negó a mirarme.
—Chorradas inútiles —masculló.
Noté que se avecinaba un estornudo y saqué un pañuelo.
—Y si me contagias el resfriado, diré un taco —dijo, todavía sin
mirarme. No me dijo cuál diría, pero por su tono estaba claro que no sería
agradable.
Guardé el pañuelo en el bolsillo, me incliné sobre el escritorio y abrí el
libro.
—No te contagiaré el resfriado. Tomo vitamina C —le expliqué, todavía
con la intención de introducir una nota de ligereza y razonamiento
tolerante—. ¿En qué página estamos?
—Tampoco es que me sea necesario saber esta materia cuando sea
mayor —gruñó ella.
—Puede que no, pero has de saberla ahora. —Apretó la mandíbula y no
dijo nada, de modo que insistí un poco más—. Astor, ¿quieres pasarte toda
la vida en sexto?
—No quiero estar en sexto ahora —susurró.
—Bien, la única manera de superar esto es aprobar el curso. Y para
hacerlo has de saberte esta materia.
—Es estúpida —replicó, pero daba la impresión de estar aplacándose un
poco.
—En ese caso, no debería representarte ningún problema, porque tú no
eres estúpida. Venga, vamos a echar un vistazo.
Se resistió otro minuto o así, pero al final la conduje hasta la página
correcta. Era un problema relativamente sencillo de coordenadas gráficas,