Capítulo 7

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Comencé a caminar rápidamente fuera del laboratorio con la estúpida mochila en mano. Tuve que tragarme mi orgullo al estar forzada a agacharme y levantar todo lo que había tirado el idiota de William, sin todas esas cosas no puedo hacer lo que tengo que hacer.

Llegué al armario del conserje y lo abrí azotando la puerta, Rodríguez estaba sentado en un pequeño banquito leyendo un periódico, sólo levantó la vista levemente y me miró sin moverse.

-¿Ahora que necesitas? te vez muy alterada, lo más seguro es que quieras golpear a alguien.- dijo muy tranquilamente y puso su mirada de nuevo en el periódico que parecía viejo. -En la caja que está alado de las escobas hay bates.-

Le sonreí satisfecha y abrí la enorme caja, dos, perfecto. Me dirigí a la salida de nuevo y antes de salir le pregunté:

-¿Por qué tienes bates aquí, Panchito?- en realidad no se llama así, pero a él no le molesta.

-Estan muy descuidados y necesitan una reparación, el idiota entrenador de béisbol me vio cara de carpintero.- bufó y regresó a su periódico, le parecen interesantes las noticias de hace dos años.

Solté una carcajada mientras salía y le gritaba un gracias. Por eso Pancho me cae bien.

Saqué mi celular y marqué el número más frecuente de mis contactos mientras me dirigía a la salida de la escuela.

-Aquí Jai, que deseas preciosa.- se escuchó la afeminada voz de mi amigo.

-Necesito verte, ¿Dónde estas?-

-En donde se supone que tú deberías de estar también, en clase-

-No tengo tiempo para eso, sal y te veo en la salida.-

-Nena, revisa tu reloj, faltan sólo cinco minutos para que acabe la clase, en seis estoy ahí.-

- Eso es perfecto.- colgué.

Es mejor así, las personas no estarán en clase.

Llegué al estacionamiento y me paré en la sombra de un árbol, saqué un cigarro y lo prendí, al carajo que los de seguridad me vean fumando, de todas maneras tendré que ver al director en unos minutos.

Solté el humo formando un pequeño aro. William es un imbécil, jamás tuvo que haber hecho eso, ni siquiera pensado en hacerlo, aunque también fui una idiota al no reaccionar, me había quedado un momento en shock, nadie me había hecho algo así, nisiquiera se atrevían a mirarme por más de cinco minutos sin que yo me diera cuenta y luego viene éste idiota a hacer lo que sus peludas bolas le mandan, parece que no escuchó lo correcto sobre mí, o al menos no todo... parecerá cliché, pero de verdad que ese niño riquillo no sabe con quien se metió. Me humilló, me dio donde más me duele, en mi orgullo de diva rebelde, me dijo ratera -aunque lo sea- y me arrojó las joyas de la manera en la que le arrojan un pedazo de pan a un indigente.

Se escuchó el timbre para cambio de clase y tiré el cigarrillo apagandolo mientras observaba a Jai corriendo hacia mí con su paso de porrista, no puede evitar reír.

-Ya estoy aquí, ¿Que planeas?- preguntó apenas llegó.

-Vamos a hacerle un regalo a tu novio William.- no le di tiempo de contestar y le di un bate.

Hizo una cara exagerada de sorpresa y después sonrió con malicia.

- Eres una perra.- pero no se negó.

Busqué entre todos los caros autos hasta encontrar el más lujoso y llamativo coche. Quizá no sea la gran cosa, pero para un hombre sus juguetes son cosas muy importantes y con las que nadie se debe de meter. Estoy bien con hacer esto... por el momento.

It's my life.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora