Capítulo 14

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No es cierto.

–Es una broma, ¿Verdad? Sólo está jugando conmigo.–

Miré de nuevo el ridículo conjunto que Bell me extendía como si fuera un tesoro y negué. No, no lo voy a aceptar.

–¿Me ves cara de ser un payaso?... No quiero que me respondas eso, ya sé lo que piensas.– le sonreí falsamente pero al segundo volví a quitarla, malhumorada. –Mira, Devora, vas a ponerte ésto, vas a cubrir tú cabello con ésta alegre gorrita y vas a dar tu mejor sonrisa. ¿Entendiste?

Lo miré con la boca abierta, ¿De verdad me está hablando así?, ¿De verdad cree que voy a cambiar mi increíble ropa negra y mis botas de aguja, por ese estúpido uniforme? De verdad creí que me conocía mejor.

–No puede obligarme a ponerme eso.– me crucé de brazos negandome a ceder.

–Oh, claro que puedo. Mira, William ya está cooperando.–

Aproximadamente a unos dos metros de mí, estaba Will, poniéndose la ridícula gorra con una cara de desprecio, para después quitarsela y suspirar resignado. Miré a mi alrededor, éramos diez personas esparcidas por toda la oficina de Bell con las mismas caras de humillación. Bufé y tomé el uniforme de mala gana. Tristán sonrió complacido y giró poniéndole atención a los demás.

–¡Muy bien todos! Cambiense de ropa y después nos vamos.– y con eso, salió de la oficina.

¿Nos tenemos que cambiar todos aquí? Digo, no tengo ningún problema con eso, no sería la primera vez, pero no creo que Bell quiera entrar y ver una orgía en su oficina.

Sentí una caliente respiración en mi cuello y no tuve que girarme para saber que William estaba respirando muy cerca de mí, que estaba demasiado cerca de mí; no me moví ni un solo centímetro.

–¿Quieres que te ayude a quitarte la ropa?– susurró y mordió el lóbulo de mi oreja.

Me mordí los labios por instinto, una corriente eléctrica me recorrió todo el cuerpo y me erizó la piel. Pasó sus manos apenas tocandome por toda la longitud de mis brazos y me revolví un poco incomoda, muchos nos estaban mirando. ¿Que ven? Parece como si estuvieran esperando a que en cualquier momento saltemos como dos monos fornicando en el canal de Animal Planet XXX.

–Tranquila... sé que te traigo loca, pero hay demasiada gente aquí, no podemos, ni aunque te mueras por hacerlo.– y se apartó bruscamente de mí yéndose al otro extremo de la habitación.

Rodé los ojos, que imbécil es. Pero un día de estos seré yo quién lo va a tentar y luego va a decir una estupidez para alejarme.

Caminé hacia una esquina de la oficina y solté todas las cosas al suelo sin cuidado, me quité mi chaqueta y agarré el extremo de mi blusa para quitarmela. Que bueno que hoy me puse mi sostén favorito. Subí la mirada y todos los hombres me estaban viendo. Igual habían chicas en la habitación en las mismas condiciones que yo, pero, sin ser presumida, nadie de aquí me llega ni a la mugre de mis uñas cuando de busto se trata.

–Tomen una foto, así se masturban en la noche. A lo suyo, imbéciles.– exclamé e inmediatamente todos siguieron haciendo lo que estaban haciendo, menos una persona. William. Él seguía mirándome... bueno sólo estaba mirando mis senos, pero... ¡Demonios que cuerpo tiene ese hombre! Su tonificado pecho y su abdomen no dejan de llamar mi atención... Y mucho menos ese cierre a medio abrir. Reprimí con mucho esfuerzo mis ganas de ayudarle con su pantalón y levanté mi dedo medio en una seña obscena para él. Sólo me devolvió media sonrisa e hizo ademán de bajar completamente sus jeans; respire hondo esperando el gran momento cuando se abrió la puerta y Bell apareció en ella con un exagerado rubor en la cara. Viejo virgen arruina momentos calientes... Así le dicen.

It's my life.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora