Capítulo 10

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–¿A dónde vamos?– le pregunté cuando me di cuenta de qué, primero: no sabe donde vivo. Y segundo: yo no conocía muy bien en donde estábamos.

¿No es capaz de secuestrarme para vengarse, cierto?

–No te preocupes. No estoy tratando de llevarte a algún lugar alejado para torturarte o algo parecido... aunque eso me agradaría mucho, pero no ésta noche.– quitó su mirada un momento de la oscura carretera para mirarme un segundo y luego regresarla al camino.

A pesar de que fue un milisegundo lo que posó su mirada en mí, claramente pude darme cuenta que se estaba burlando.

Lo miré con molestia, a parte de que me estaba llevando a no sé que extraño lugar de ésta ciudad y no a mi casa donde mi cómoda cama y mi gato Misifus me estan esperando, se burlaba de mí. Él no se podía dar cuenta de mi fría mirada porque no me estaba viendo, pero eso no impedía que lo siguiera mirando de la misma manera.

De repente sonrió y mi ceño se fruncio más; dirigí mi mirada a la dirección en la que estaba la suya, esperando ver a un payaso a mitad de carretera haciendo malabares.

–¿De qué demonios sonríes?–

Mis palabras lo hicieron sonreír más.

–¿Tú crees que no me di cuenta de tu mirada asesina hacia mí?, tengo alguna clase de habilidad que me permite ver más perímetro a mi alrededor de lo normal.– me miró de nuevo, guiñandome un ojo.

–Eso es extraño, ¿Algo así como un camaleón?– hice una mueca expresando lo raro que era para mí.– Te imaginé como un camaleón, baboso y visco. Resulta un poco asqueroso.–

Soltó una carcajada, su risa resonó por toda la gran camioneta. Ese simple sonido hizo que pusiera cara de estúpida, jamás lo había escuchado reír. Es muy agradable, no voy a decir más. Suena muy tonto y cursi admitir que me encanta su risa...

–Qué ocurrente eres. No tengo ninguna habilidad, de hecho, algunas veces necesito ponerme gafas.–

–¿De verdad las necesitas?– le pregunté curiosa, esos increíbles ojos no pueden esconderse detrás de unas lupas.

Él asintió.

–Cuando los lentes de contacto me cansan, necesito ponerme mis lentes.– contestó.

Me incliné hacía él, lo suficiente como para poder ver sus ojos, aunque la escasa luz no me lo permitía. Chasquee la lengua y prendí el foco que estaba encima de nuestras cabezas. Excelente, ahora sí, sus preciosos ojos se tornaban de un color casi dorado con esa luz.

–No parece...– comenté mientras los seguía viendo absorta, brillaban mucho.

–Aunque no lo creas.– susurró, su fresco aliento llegó a mis labios.

Eso hizo que me diera cuenta de lo que estaba haciendo, estaba invadiendo terriblemente su espacio personal. Rápidamente me separé, sentándome naturalmente en mi asiento... o algo así, parece que natural no me salió ésta vez, más bien parecía una ebria desparramada en un sillón. Me senté recta y crucé las manos en mis muslos, con ésta pose parecía virgen nerviosa a punto de perder su virginidad en un Motel. Me relaje un poco tratando de que no se me notara lo tensa. ¿Por qué tanto drama por una insignificante corta distancia? como si no me hubiera pasado antes.

–¿Te ocurre algo?– preguntó con una pequeña sonrisa. Apuesto a que sabe por qué me puse así.

Idiota.

–Sólo quiero saber a donde vamos.– dije un poco seca.

–¿Eres de las chicas que siempre quieren saber a dónde las llevamos? eso es fastidioso, ¿Por qué simplemente no cierran esa hermosa boquita y esperan?– se quejó.

It's my life.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora