Entre ronroneos

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Ese Miércoles por la mañana

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Ese Miércoles por la mañana...

Hace mucho que no despertaba poco a poco, con lentitud, con esa calma que tus sentidos adormilados no logran descifrar en un despertar pausado, confuso y borroso. En primera instancia note que mi cuerpo se sentía pesado, aún que no atropellado como de costumbre, y un ruidito extraño salia de mi pecho, parecía cálido y vibrante... Más bien algo estaba sobre mi y era el causante del ruido que me mantenía sosegado.

 Más bien algo estaba sobre mi y era el causante del ruido que me mantenía sosegado

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Entonces caí en la cuenta que algo, mejor dicho, alguien me tenía aprisionado. Mi reacción espantada me mantuvo inmóvil mientras mi cerebro acomodaba el escenario en el que me encontraba. Fije la vista en la cabeza recostada sobre mi pecho; cabellera platinada, donde un par de orejas negras sobresalían y luego vi el techo blanco de la recamara. ¿Cómo había llegado ahí? ¿Cómo termine en la cama con el Niaw sobre mi?

Los últimos momentos de lucidez fueron de mi mismo aterrado de la inevitable partida de JongIn, haciéndome colapsar en lloriqueos... Y cuando el mundo se venia abajo, alguien me comenzó a consolar, me abrazo y me dijo que se quedaría conmigo, para después sumirme en una calma extraña, donde el sueño termino envolviendo mi cansada mente... ¡El Niaw!

De pronto todo cobro sentido, el híbrido que se encargaría de mi salud durante la ausencia de JongIn me había consolado, y su ronronear me dejo dormido. Al menos el pánico había desaparecido y estaba muy asombrado de que no volviera en cuanto desperté.

Calmado los pensamientos, trate de incorporar el cuerpo, sentándome entre las sabanas de la cama, pero el híbrido estaba por completo sobre mi, abrazando mi pecho y haciendo su relajante y débil ronronear. 

Me eche un ojo, y llevaba puesta la misma ropa del día anterior, al igual que el Niaw, de playera blanca y pantalones de mezclilla, que se movió al sentir que me había despertado. Se removió acomodándose en un ovillo a mi lado, abrazando posesivo mi cintura. Sus negras orejas se movían entre su platinado cabello junto a mi cadera, y la punta de su cola subía y bajaba con calma.

Me sentí mal por la primera impresión patética que le mostré al híbrido en su primer día. Debía hacer todo lo posible por mantener la calma y ser amable con él hasta que JongIn volviera...

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