Capítulo 9

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La relación de Tsuna y Kyouya floreció espléndidamente desde esa noche en la cual se entregaron el uno al otro en cuerpo y alma. La noticia de que el "Demonio de Namimori" ahora tenía pareja se esparció a través de toda la ciudad en tiempo récord. Esto debido a que Hibari quería dejar bien en claro que el conejito ahora era suyo.

Hayato armó un alboroto al enterarse, acusando al "Friki de las Peleas" de obligar a su preciado Juudaime a salir con él contra su voluntad. Entre el castaño y Yamamoto lograron calmar a su amigo peliplateado, pero el hecho de que haya amenazado con volar en pedazos a Kyouya si se llegaba a pasar de la raya con el menor les seguía preocupando.

Primeramente, porque era muy difícil mantener un comportamiento que no "ofendiera" a Tsuna a opinión de Gokudera; estornudar en dirección al castaño merecía 10 dedos rotos al infractor, por ejemplo. Y en segunda, a Kyouya no le importaba la amenaza de un "inútil herbívoro hablador" al que podía morder hasta la muerte sin problema.

Tsunayoshi sólo esperaba que las entradas en el menú de búsquedas recientes del celular de Hayato sobre "bombas caseras", "limpiar escenas de crimen" y "lugares abandonados en Namimori" no fuesen más que una broma.

Por si las dudas, le pidió a Yamamoto que lo vigilara.

Sin embargo, los más sorprendidos por la nueva relación de Tsunayoshi y Hibari eran los miembros del Comité Disciplinario, quienes habrían jurado que ellos ya eran pareja desde que se habían mudado juntos hace meses. Igualmente fueron felicitados por formalizar al fin su noviazgo.

Curiosamente, la recién formada pareja se dio cuenta de que sus interacciones no cambiaron la gran cosa, habían estado teniendo mucho contacto físico entre ellos desde un principio después de todo. Caricias, abrazos, acurrucarse y dormir juntos eran cosas que ya hacían. Simplemente añadieron sesiones de besos por aquí, algunas noches de pasión por allá, algunos "te amo" frecuentes y tenían una relación amorosa completa.

Aun así, a pesar de las semanas que pasaban en una relación romántica llena de calidez, armonía, felicidad y amor; había un pequeño detalle que no dejaba la cabeza de Tsunayoshi. Había un paso muy importante que habían estado ignorando y que era clave en los noviazgos. Un paso que Tsuna realmente quería experimentar.

Suspiró con pesadez estando sentado en posición fetal sobre el sillón individual de la casa, una manta le envolvía y tenía en las manos un pedazo de pizza a medio comer.

-Tsunayoshi-kun, tus suspiros deprimidos arruinan mi noche de películas.

-Jajaja~ Tsuna-chan, esa es la forma en que tu tsundere mamá dice "¿Qué te preocupa querido hijo?"

Mukuro y Byakuran estaban sentados uno al lado del otro en el sillón de 2 plazas. El peliazul cómodamente acurrucado al costado del albino y con el brazo de éste alrededor de su cintura; compartían una manta entre los dos.

Estaban en plenas vacaciones de invierno, así que habían decidido ver una maratón de películas de horror, de esas que eran tan malas que terminaban dando risa. Ya era entrada la noche, pero ninguno le ponía atención a ese detalle tomando en cuenta que no había clases a las que asistir.

Al ver que el castaño no les respondía y se limitaba a dar mordiscos ausentes a su pedazo de pizza hasta terminarla, aún muy metido en sus pensamientos, Mukuro suspiró resignado. La velada no era tan divertida sin los chillidos aterrados de Tsuna, a pesar de los malos efectos y terribles disfraces. Hizo a un lado la manta, se estiró hasta alcanzar el control del reproductor del DVD que estaba sobre el brazo del colchón del lado del albino y pausó la película, justo en la parte que una mujer estaba por ser atacada por una patética galleta de jengibre tamaño humano.

Presidente = ¡¿MASCOTA!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora