Hasta hace 15 minutos, Hibari Kyouya había estado del mejor ánimo que alguna vez haya tenido en toda su vida. Estaba feliz, se sentía dichoso. Había probado los dulces labios de la persona que, ahora estaba seguro, había llegado a amar después de algunos meses de convivencia continua. Lo mejor de todo es que no le había rechazado. La esperanza que había visto en aquellos preciosos ojos miel había encendido su propia esperanza de que finalmente podría tener a aquella hermosa criatura de manera oficial.
Había estado tan contento que decidió tomarse su tiempo de morder hasta la muerte a los 40 herbívoros yakuzas dentro del supermercado. Había estado tan contento que no le molestó responder el mensaje de Mukuro en medio de la pelea, quién le preguntaba si habían salido o estaban en casa. Había estado tan contento que no se quejó cuando peliazul y albino llegaron a acabar con los últimos 5 herbívoros. Había estado tan contento que no le molestó la ausencia de su conejito y Kusakabe al salir del supermercado, decidiendo ir por ellos él mismo. Tal vez a Tsuna se le había vuelto a atorar la mano en el momento de querer sacar la lata, le pasaba con una frecuencia preocupante. Había estado tan contento que no le molestó que Mukuro y Byakuran le siguieran.
Había estado realmente contento... hasta que giró esa esquina y observó a su conejito recibir un brutal golpe sin emitir un solo sonido.
Una parte de él admiró y sintió respeto por tal exhibición de valor y determinación. Pero una parte mucho más intensa y grande tomó control cuando vio los ojos inocentes del castaño cristalizarse con lágrimas que se negaba a derramar, su pequeño cuerpo temblando, apenas perceptiblemente, por el esfuerzo de mantenerse en pie luego de semejante golpe.
Lo sintió como una explosión que inició dentro de su pecho y se extendió al resto de su cuerpo. Antes de pensarlo siquiera, su tonfa ya había salido volando de su mano en el momento que aquel bastardo herbívoro intentó lanzar otro ataque. Un muy satisfactorio "crack" y un aullido de dolor habían sonado al impactar su arma contra la cabeza del otro.
No sabía qué clase de expresión estaba haciendo, pero al parecer estaba mostrando perfectamente lo que sentía, pues el delincuente había gritado totalmente aterrado al verle. Bien, ahora aquel bastardo herbívoro sabía exactamente en qué posición se encontraba. Igualmente, decidió hacérselo saber con su propia voz, usando su frase registrada.
Fue una voz extraña y obscura que él mismo apenas reconoció como suya, pero que combinaba a la perfección lo que estaba sintiendo. Ira, odio, sed de sangre; todo a niveles que jamás llegó a pensar que experimentaría. Pero tenía sentido, habían herido a la persona más importante de su vida frente a sus ojos. Era una deuda que cobraría con creces.
Porque había estado realmente contento hace un momento y ahora experimentaba un intenso odio. Lo pagaría muy caro.
-Hibari-senpai.- La dulce voz del castaño logró penetrar a través de las emociones oscuras y turbulentas que estaban por asfixiarle.
Miró fijamente dentro de esos orbes miel y sintió su propio rostro suavizarse un poco. Las lágrimas de Tsuna finalmente cayeron, pero sus ojos sólo expresaban alivio y felicidad. Por un momento se sintió vacilante sobre qué hacer a continuación. Su mente le exigía comenzar de inmediato con la masacre del bastardo herbívoro que había osado herir a su conejito. Su corazón le rogaba que se apresurara a tomar a Tsuna en brazos y llevárselo muy lejos de ahí, a donde estuviera a salvo y pudiera examinar sus heridas.
Su mano izquierda se aferró con fuerza a la tonfa que le quedaba mientras volvía su vista hacia el patético rubio en el suelo. ¿Qué debería hacer en esa situación?
-Toma a Tsunayoshi-kun y lárgate de una vez Alondra.- Masculló Mukuro con seriedad a su lado.- No parece que su brazo esté roto, pero será mejor que lo revises.
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Presidente = ¡¿MASCOTA!?
FanfictionLograr ser parte del Consejo Estudiantil en la escuela de Namimori no era tarea sencilla, sobre todo por culpa de una "Prueba Secreta" que todo aspirante debe de realizar a manos de cierto Demonio. Hace mucho tiempo que el Consejo Estudiantil no tie...