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La reconciliación

Hermione tomaba de su taza de café mientras leía el periódico que había adquirido hace algunos minutos antes de entrar a la cafetería más cercana a la Residencia Weasley. Harry se encontraba delante de ella compartiendo una tarde de café para pasar el rato, o eso había dicho ella, pero desde que habían llegado Hermione sólo le ordenó a Harry que cuando dieran las cuatro de la tarde le avisara para ir a un lugar misterioso.

Pese a eso Harry solo podía pensar en cierta persona y en las posibilidades que habían tenido de estar juntos, y él lo había arruinado por un solo motivo: miedo, el mismo que le invadía hasta el tuétano en tanto su cerebro seguía insistiendo en pensarlo.

Sólo recordar a Bill Weasley, el hermano de Ronald, aquel que lo había flechado y lo había hecho darse cuenta de sus preferencias; le ardía el estómago.

Diecisiete años tenía en aquel entonces, y el mundo se le había venido encima, estando prácticamente solo.

Y aunque en el presente no era así, se sentía la persona más miserable y desdichado de todo el planeta tierra. No tenía ánimos de nada, y hacía algunas semanas que no trabajaba con su padre. Porque ni eso quería hacer.

La incógnita que lo atormentaba todo el tiempo era porque ese apego qué tenía con él.. No se había follado a Draco, y estaba como si tuvieran tres hijos, dos nietos y un perro llamado pastelito.

Bien, no era como sí el sexo lo fuera todo. De hecho Harry estaba tan en desapego al tema que podía volver a considerarse virgen. Pero si había algo que podía admitir es que se sentía atraído por Draco Malfoy.

-Hey. ¿Qué piensas? Te estaba preguntando una cosa.

-No, en nada. Es que ahora que recuerdo, olvidé meter los calcetines en la guardarropa. -Harry rascó su nuca, nervioso-. ¿Qué decías?

-¿Qué hora es? Te dije que me avisaras si ya eran las cuatro.

Harry miró su reloj.

-Las cuatro y dieciséis.

Hermione dejó el periódico en la mesa y con sus manos cubrió su rostro.

-Tonto, Harry. Vámonos ya -expresó serena para sorpresa de Harry, que junto con ella, y tomando una carpeta, se levantó hacia la camioneta.

-No quiero ir -confesó cuando tomó las llaves para montarse en el asiento de piloto. Hermione le miró fijamente mientras él continuaba-. Quiero ir a casa.

-Tienes que distraerte.

-Me distraigo después de dormir, ¿que te parece?

La femenina viró los ojos.

-No. ¿Quieres que hablemos del tema?

-No tiene caso, Hermione. Tengo 34 años, dentro de poco 35. ¡Mierda, voy a cumplir 35!. -Harry abrió sus ojos ampliamente-. Pero volviendo al tema: la cagué feo. Prácticamente lo ilusioné y lo dejé por mi ex. ¡Típico de un patán! Si tan sólo pudiera decirle que las cosas no se dieron así deliberadamente y pudiera creerme... Yo... -bufó-, pero le mentí una vez. Creí que estaría listo para una relación, y no es así, Nemo.

Dulce limón (RESUBIENDO... 💛) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora