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Un Malfoy es sinónimo de orgullo... acto seguido: Draco rogándole a Harry.


Él se lo pierde.

Si Draco se iba a quedar solo toda su vida que importaba. ¿A alguien le importaba? Porque a él no.

-Lo siento, por hacerte participar en esta tontería -habló Draco, mientras levantaba su cabeza de las piernas de Pansy que hace rato estaba llorando, como si ella hubiera sido la que rompió con Harry.

-No tienes de que preocuparte, me gustan las discusiones de parejas -sonrió Pansy, tomándolo de los brazos para abrazarlo.

Draco rodó los ojos.

-Chismosa. No somos novios. Ya quisiera el. -Deshizo el abrazó y llevó su derecha hasta su cabello húmedo por la reciente ducha y lo peinó hacia atrás. Se había vestido con esa pijama porque le gustaba andar por ahí con ropa ligera y fresca, no importaba la hora del día.

-¿Hablarás con el? -preguntó, levantándose y llegando a tomar el pomo de la puerta.

-No tengo de que. ¿Te dijo que no lo buscara, no? -Pansy lo miró en silencio, negando luego con una pequeña sonrisa extraña en su rostro.

Pansy se retiró de la casa de los Zabini porque iba a casa de su padre. Su teléfono descansaba en la extensa cama en la que Draco durmió en la noche con Pansy porque se la pasaba hablando con Harry con su teléfono. Ahora se encontraba solo abrazando una almohada blanca muy suave, que llegó a estar húmeda por las lacias hebras húmedas y platinadas de Draco.

Y por sus lágrimas.

Pero Draco no era de llorar, y menos sin razón alguna.

Harry estaba molesto con él sin razón. Y Draco no lo entendía. Admitir que sentía un hueco en el pecho era de débiles. Draco estaba más que bien.

Sin embargo no podía dejar de pensar en esos maravillosos meses en los que hablaron y en todo lo que compartieron. Draco sintió esos días buenos y pensaba que fueron meses entretenidos y lindos.

¿Qué pasó, entonces?

Harry no le había dicho nada, ni siquiera había tenido los huevos para bajarse de la camioneta y enfrentarlo. Ese hecho lo dejó un poco confundido, pero reemplazó esa sensación de confusión por molestia.

Blaise se asomó a ver si ya Pansy se había retirado, cuando vió que Draco levantó su cabeza de la almohada.

-¡Draco, corazón! -exclamó Blaise, entrando a la habitación sin tocar. Algo habitual en él-. ¿Y Pansy-bebé?

Draco levantó su cabeza un poco, mirándolo cuando el otro se sentó en su cama.

-Acaba de irse, ¿no la viste? -el moreno negó. Pronto, inclinó un poco su cabeza a un lado.

-¿Qué es lo qué tienes?

-¿A que te refieres? -respondió, recostandose nuevamente sobre la almohada. Como si nada.

-Estás aquí. Como un desgraciado, en mi casa. ¿No deberías de estar zorreando con mi buen amigo el ardiente-Potter?

Draco alzó su ceja.

-¿Es que acaso te molesto aquí? -Blaise no respondió y Draco supo que esperaba la respuesta a su pregunta-. Bueno. Tu buen amigo "el ardiente-Potter" ha decidido que ya no quiere hablarme. Se lo ha dicho a Pansy, el muy maldito. Y no me importa.

Draco se miró las uñas indiferentemente. Blaise rió estrepitosamente.

-Claro. ¿Qué fue lo qué le hiciste? -preguntó, causando indignación en su rubio amigo, quien inmediatamente soltó su mullido almohadón y se sentó en el colchón.

Dulce limón (RESUBIENDO... 💛) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora