La segunda vez que despierta ya
sabe dónde está, y quien le
envuelve protectoramente es
Praxedes con su figura semejante
a la de los hombres.
Se desmayó, tal vez el estrés lo ha
tenido más afectado de lo que
pensó, no ha comido tampoco
mucho que digamos ese día, y
enfrentar tu propia muerte y a un
padre que se enfada por una
confesión no muy cómoda no es
precisamente cruzar un campo de
flores silvestres.
Es él quien mueve la ala para
toparse con la opaca luz de la
noche entrando por la ventana, al
parecer a descansado mucho hoy.
-Ho al fin despiertas de nuevo
muchacho- la anciana sabia como
por arte de magia aparece sobre
un banco al lado de la cama, o en
realidad siempre estuvo ahí y ha
estado ahí y el apenas se da
cuenta, al parecer esta algo
atontado por tanto descanso.
La viejita prende una vela y la
pone sobre una mesa decorada
con conchas, de esta agarra un
cuenco de sopa y se lo pasa.
-Come, no has comido nada y
necesitas realmente recuperar
fuerzas-
-Gracias-
Mira a su alrededor, no hay nadie
más, solo ellos tres, Praxedes aún
sigue dormido aferrándose a su
cintura mientras él se sienta a
comer el guiso preparado por la
anciana curandera.
-Mi padre…-
-Los saque a bastonazos a todos
ellos, por muy líder de la aldea
esta es mi casa y tu mi enfermo,
bueno, no exactamente enfermo,
y te habían alterado mucho-
Hiccup la mira sorprendido,
imaginarse esa escena es
hilarante, le hace sentir un poco
decepcionado no haber estado
despierto para verlo, algo
gracioso no estaría mal para
variar después de todo.
El caldo esta tibio y delicioso, no
se había dado cuenta que tenía
tanta hambre hasta ahora.
-Bien muchacho, tenemos que