Asco, aberración, bestialismo,
monstruos, fenómenos… estas
eran algunas palabras que lograba
escuchar de los aldeanos cuando
pensaban que no les ponían
atención y pasaban por las calles
de Berck, pero él las escuchaba
con su agudo sentido e Hiccup
también, aunque no todas.
Aun muchas palabras del lenguaje
humano le eran extrañas,
incomprensibles, pero esas
palabras, aunque inentendibles
para él, causaban un efecto
insoportable para él en Hiccup,
podía sentir su tristeza y malestar
con esas palabras dichas en
susurros, por esos tontos
humanos que estaban vivos
gracias a la persona a quien le
dedicaban esas palabras y
miradas indiscretas, porque sabía
perfectamente que sin Hiccup no
se hubiera atrevido a enfrentarse
a ese tirano dragón o tan siquiera
salvar a uno de esa especie o la
suya propia, dragón o humano
hubiera estado hecho cenizas en
esos momentos si Hiccup no
hubiera estado a su lado.
Definitivamente los humanos eran
muy desagradecidos, y cuando los
escuchaba y sentía un ligero
cambio de humor en su todo, se
volteaba y les dedicaba una
mirada feroz, mostraba sus
dientes incluso y amenazaba con
atacarlos, solo se contenía porque
a Hiccup le causaría problemas si
uno de esos inútiles
malagradecidos humanos
terminara algo magullado por una
que otra lección de su parte de
respeto.
Aunque uno que otro de los
dragones daba una que otra
lección al comprender alguna de
las palabras que le dedicaban al
humano “héroe”, lo cual aunque
no lo dijera abiertamente se los
agradecía.
Era mejor estar ellos dos, solos y
sin esos humanos molestos y sus
palabras, y aunque era aún un
poco deficiente con las palabras
humanas, podía demostrarle a su
todo con actos cuan especial era