Capítulo Once

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Cuando le dijeron a Annabeth, qué para llegar al antiguo instituto de Percy, tenía que pasar por algunas calles con aspecto poco agradable no se acobardó. Ahora, si estaba nerviosa, apretaba el volante de su coche con mucho nerviosismo.

Había sujetos con mal aspecto, mirando a todos lados a la espera de una víctima a la cual asaltar. Había algunos otros, contrabandeando droga. Había chicas vestidas de manera extravagante, algunas otras en estado de ebriedad, y chicos acercándose a ellas a la espera de sobrepasarse con ellas.

Lo peor para Annabeth, fue ver la gente de extrema pobreza. A ella no le gustaba ver esas personas y creo que a nadie más.

-Esto es terrible- dijo la rubia, tratando de concentrarse en conducir.

- ¿Qué cosa? - preguntó su copiloto.

-Que las personas vivan así- contestó Annabeth.

-Bueno, tampoco es que tengan opción- Percy sabía a lo que se refería, él no lo veía, pero por supuesto que sus padres le advirtieron, acerca de alejarse del instituto.

-La tienen, pueden cambiar su forma de vida, es sencillo.

-Sencillo para tí y para mí. Annabeth estas personas, no tuvieron nuestra suerte de crecer en una familia con dinero.

-Dice mi abuelo, que las personas siempre obtienen lo que merecen.

Percy negó con la cabeza - ¿Estás diciendo... que yo merezco mi ceguera?

Annabeth ya no dijo nada, miró a Perseo y el chico tenía el ceño fruncido. La rubia soltó un suspiro, no le gustaba ver a Percy enojado. Siguió conduciendo, hasta que las calles con aspecto sucio y demacrado, quedaron lejos de su alcance.

Las casas y los edificios pasaron a ser elegantes. A lo lejos Annabeth diviso un hermoso edificio pintado de blanco, y enormes ventanales al frente. Había un letrero colgado que decía:

'' Instituto Asclepio; te ayudamos a vivir con tu problema.''

Pov Annabeth.

Antes de entrar por las enormes puertas de cristal, tomé la mano de Percy.

-Perdóname, no pretendía que te molestaras.

Percy suspiró -Perdóname a mí, no debí reaccionar así.

-Sabes que no pretendía decir eso de ti- apreté su mano con fuerza - ¿Cierto?

Él sonrió -Lo sé.

Sin importarme que siguiéramos tomados de la mano, atravesamos las puertas de cristal. Lo primero que ví al entrar, fue un sujeto alto, con el cabello canoso, todavía tenía destellos negros, lo que hacía que se viera plateado. El señor volteó y miró con los ojos entrecerrados en nuestra dirección.

- ¡Percy! – exclamó y trotó hacía nosotros.

Miré a Perseo, tenía la sonrisa más reluciente y perfecta de todas -Bob me aleg...- cargó a Percy y le dio un abrazo tan fuerte que pude notar como se ponía rojo.

Al final Bob, soltó a Percy y me dirigió una mirada -Hola, soy Bob- iba presentarme, pero el señor miró a Percy, y abrió los ojos como platos - ¡Percy! - volvió a exclamar.

Antes de que Perseo se vea envuelto en esos enormes brazos. Percy alzó la mano para detenerlo -Ya lo hiciste.

La cara de Bob fue una de confusión y tristeza -Lo siento Percy- me dedicó una mirada- Soy Bob.

Y llegaste Tú (Percabeth)Where stories live. Discover now