Capítulo 3

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Zayn se fue temprano del café. Apenas la banda de Josh terminó de tocar, el moreno se puso de pie y se excusó con sus amigos y con Liam, y luego se retiró. Les dijo que debía hacer algo para la facultad temprano el día siguiente, y que necesitaba pasarse por un lugar ahora mismo. La verdad es que Zayn estaba muy cansado, había sido un día muy laborioso y esa noche que se suponía debía ser un alivio resultó ser todo lo contrario. Pero lo último que quería era retornar a su piso.

Se paseó varias calles abajo con las manos apretadas en puños, metidas hasta el fondo de los bolsillos. Y no era por el frío. Se sentía de todo menos frío. Sentía todo lo contrario, de hecho, y eso lo enfurecía aun más.

Nunca le había molestado el hecho de que su amigo Harry fuese homosexual, incluso él lo había animado al rizado a salir con algunos muchachos un par de veces, pero sentirse así con respecto a Liam era… diferente. Se sentía mal, incorrecto, anormal.

Intentó durante todo el tiempo en la cafetería concentrarse en las curvas de una rubia oxigenada que estaba sentada cerca, pero saber que Liam estaba tan cerca de él, escucharlo reír y que rozara accidentalmente su mano a casa rato… no lo podía soportar más. Estaba volviéndose loco, o quizás estuviese confundido. Debía sacarse esas ideas de la cabeza lo antes posible, y sabía exactamente cómo lograrlo.

Encendió un cigarrillo y se encaminó hacia su nuevo destino.

La alarma sonó por la cual sería la quinta vez y Harry se despertó por segunda vez esa mañana, solo que esta vez decidió levantarse. Eran cerca de las doce del mediodía y la cabeza estaba al borde de explotarle.

Al salir de la cafetería junto a Liam y Niall, decidieron entrar a un club. Ningún acontecimiento digno de ser relatado sucedió esa noche, solo bebieron hasta no poder ponerse en pie y tuvieron que pedir un taxi para regresar cada uno a sus respectivos apartamentos. Al llegar cayó dormido en su cama, donde ahora intentaba incorporarse sin mucho éxito. Le dolía cada músculo de su cuerpo, la boca le sabía mal y la cabeza estaba al borde de estallarle.

Harry siempre sufría de graves resacas, sin importar cuanto bebiese la noche anterior siempre que lo hacía se despertaba con un dolor infernal. Por suerte tenía la receta perfecta para ello.

Se levantó, se arrastró a si mismo hasta la ducha y luego bebió un café caliente y reparador. Se preparó un licuado que, había leído en internet, curaba la resaca. Realmente funcionaba, para su buena suerte. Mientras lo bebía revisó su teléfono, el cual había quedado olvidado en el bolsillo de su chaqueta la noche anterior.

Un mensaje reciente de Gemma, que ponía: Buenos días Harry. ¿Resacoso? Espero que sí. Cuéntame que hiciste anoche. Xx

Su hermana, igual de aficionada a las fiestas que él, lo conocía mejor que nadie. Respondió el texto de su hermana comentando los hechos de la noche anterior.

Zayn regresó al apartamento cerca de las tres de la mañana, oliendo a tabaco, alcohol, sexo y perfume barato de mujer, motivó por el que ahora le resultaba imposible levantarse de la cama. Definitivamente, aunque había saciado su deseo sexual por el momento, nada dentro del él se sentía diferente. Se sentía mucho más enfadado que anoche, de hecho.  Y quería evitarlo. Apretó los dientes enfuñado y se levantó a afrontar el día que le esperaba por delante.

Podía recordar, mientras se duchaba, a la morena joven que había saciado sus necesidades. Se había dirigido a un hotel barato con la joven que había conocido en un club, reconocido por ser concurrido por mujeres fáciles y jóvenes. La joven no paraba de vociferar su nombre, que se entremezclaba con su respiración agitada y el sonido de los resortes del colchón. Se sentía ahora un idiota, porque no importaba cuantas veces tuviese sexo con esa deliciosa morena, nada se sentía como el simple roce de Liam. Y se sintió peor aún al pensar en eso. Se mordió muy fuerte la lengua y se concentró en algo tan simple como el agua cayendo por su cuerpo.  Así sería más fácil pasar del día, si se concentraba en cosas simples.

Carca de las seis de la tarde Harry ingresó a las oficinas del periódico, con un  café ya frío en la mano y su bolso en la otra. Dejó sus cosas en su pequeño cubículo y se dirigió a la oficia de su jefe. La mayoría de las veces su agenda ya estaba planeada, pero muchas veces le decían qué lo que tenía que hacer el mismo día.

El señor  lo recibió de inmediato. Harry se sentó frente al escritorio, incomodo como siempre.

— Styles, lo estaba esperando— dijo el señor Bowman—. Supongo que usted está al tanto de… ciertos rumores que rodean a la pareja del momento.

Harry lo miró confundido.

—Me refiero a los mediáticos Tomlinson y Calder—se explicó el hombre—.

Harry tragó con mucha dificultad y preguntó: —Si, señor. Pero ¿Qué tiene que ver esto con mi trabajo?

El hombre se reclinó en su silla de escritorio y soltó un suspiro, claramente cansado. —Los rumores se han vuelto cada vez más fuertes y más variados. Eleanor Calder es todo un misterio. No encontramos información sobre ella antes de que se supiera de su relación con Tomlinson. Nada, ni colegio, o universidad, o siquiera una empresa de modelos en la cual trabaje.

Harry sabía que todo aquello era cierto. Los medios suele tener la manera de investigar sobre cualquier persona que deseen, de husmear incluso en donde no deben, pero aun así casi nada se sabía de esa joven. Pero Harry aún se preguntaba que tenía el que ver en todo ese lio. El señor Bowman pareció leer la confusión en la cara de Harry, por lo que continuó hablando.

— Hemos hecho todo lo posible para investigar desde afuera, pero necesitamos cavar más hondo, tanto en su relación como en descubrir quién es realmente Eleanor Calder. Y te necesitamos para ello.

El Fotógrafo - Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora