Días aquellos - 02: Nosotros

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-Alejate de nosotros, ¡no te atrevas a tocarnos!

A pesar de mis advertencias el sujeto frente a nosotros sigue aproximándose lentamente, mientras deja un rastro de sangre con aquella que brota de entre sus dientes, y que cae a su ropa.

-Eli... vámonos, ya. -Susurré.

Pero ella no me hizo caso, seguía completamente rígida. Probablemente aterrada o curiosa.

-Oye... ¿estás bien?

-¡No te le acerques! ¿Qué rayos haces?

-Mira sus ojos, Mel. No parece estar bien...

Y justo en ese momento parece que el mundo se desconectó de su pantalla celular. Una chica detrás de nosotros comenzó a gritar desesperadamente viendo al policía tirado en el suelo, inmóvil y aún perdiendo sangre de su cuello.

La reacción del resto de personas cerca fué la misma, lo que provocó que el tipo que avanzaba lentamente hacia nosotros mirara por doquier.

Este gruñó como un animal, y estiró sus brazos hacia nosotros como lo hizo anteriormente.

Tiré a Eli hacia atrás mientras yo retrocedía.

El sujeto logró tomar mi hombro, e inmediatamente comenzó a acercar su boca muy cerca de la mía queriendo morderme usado el peso de su cuerpo para poder evitar escapar de él.

Ambos caímos al pavimento de la calle, y entonces un vehículo se detuvo frente a nosotros.

Rápidamente, Eli acompañada de un policía que bajó de lo que era la patrulla frente a nosotros trataban de ayudarme a quitarme a aquél demente de encima.

Logré ponerme de pie, y entonces el policía usando su fuerza logró tirar a mi agresor al suelo, apuntando con su arma gritaba: "¡Alto ahí!

Pero a pesar de sus advertencias, al igual que las mías hizo caso omiso a esta, y estiró su brazo mientras gateaba acercándose al oficial.

Entonces mis oídos retumban al segundo en que el arma del policía es disparada.

El sujeto cayó al suelo, tendido sobre el cuerpo del policía herido.

Mis ojos no querían creerlo.

Todos a nuestro alrededor gritaron y corrieron por doquier al ver aquella escena, y no los culpo, yo también quiero huir, pero mis piernas lo me lo permiten.

Posiblemente, pude haber perdido la vida enfrente a mi mejor amiga por un desquiciado.

Entonces sentí un abrazo reconfortante, y que por suerte necesitaba en ese momento.

-¿Estás bien? ¿no te hirió, verdad?

-Si... estoy bien.

El policía se quedó a nuestro lado, y nos recomendó seguir a la comisaría.

Solo bastó mirar hacia el fondo de la calle para oír otro grito. Un grito masculino y grave, un hombre derribó a otro impidiéndole así moverse, mientras la sangre de el retenido comienza a teñir el suelo.

Tomé la mano de Eli, forzando su caminar. No me explico el porqué ella quería quedarse, pero tampoco me detuve a preguntarle, así como ella tampoco soltó palabra de su boca.

-Hay que volver a casa, estaremos a salvó allí.

-Sí, hagámoslo.

El apretón de manos se volvió más fuerte entre ambos. Ya teníamos una idea, era la única y la mejor.

Tanto la calle como el cielo hacía ruido. Los vehículos protestaban por el avanzar, y varios helicópteros, tanto policiales como de reporte se peleaban el espacio para lograr entender el porqué de tanto desorden.

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