Días aquellos - 04: Ojos grises

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Primero: los gritos comenzaron otra vez. Luego todo el mundo se agolpada en las puertas, algunos policías intentaban empujar a todos para que pudieran salir, y con ello la jefatura quedó casi vacía.

Eli y yo, con el hombre de músculos, su niña, y la muchacha de ropas ligeras esperamos a que todo se calmara.

-¿Ustedes de encuentran bien?

El oficial Clayton se nos acercó.

-Sí, salimos a penas los disparos cesaron, ¿Qué pasó? -Pregunté mientras daba un pequeño y rápido vistazo al lugar.

Dos policías arrastraban el cuerpo del suelo, al que cubrieron con una manta blanca antes de hacerlo. Su sangre aún corría por el suelo.

Clayton se tomó su tiempo para responder. Y no lo culpo, supongo que  siente lo mismo que Eli y yo, puedo notarlo.

-Un incidente entre un civil y un oficial, que por mera desgracia, obligó a mi compañero a usar la fuerza.

No supe qué responder, no quería encararlo por la brutalidad policíaca, no quería arriesgarme a que a mí también me dispararan.

-Puedes quedarse aquí si lo necesitan, no tenemos inconveniente alguno.

-¿No recibiremos respuestas de lo que está pasando? Escuche los gritos y el ruido de la calle, eso no es normal. -Dijo el hombre de los músculos.

Otra  vez, el oficial miró al piso y demoró en contestar.

-Necesito que tomen su decisión, si se quedan o...

-Nos iremos. -Contestó Eli, interrumpiendo a Clayton.

-Bien... 

Clayton tomó una pequeña libreta de su bolsillo. y para cuando sostenía el lapiz en su mano, noté una tela envolviendo su mano.

-Necesito sus nombres, y dirección. Cuando todo esto se calme un poco iremos a inspeccionar la zona, para saber si hay algo que necesiten.

Ya que estábamos justo frente a él, Eli y yo le entregamos nuestros datos.

-Mi nombre es: Rodrick Shaw. Ella es mi hija, Julie...

-Muy bien. Espero logren llegar a salvo a sus domicilios. Nos mantendremos al tanto de su seguridad.

-Solo traten de no mantener a todos a salvo, o habrán más mantas manchadas en rojo.

-Sabemos que conoces nuestro protocolo, Kiki. Pero hablo en serio. 

-Claro.

La muchacha, Kiki, ajustó un poco su blusa y salió por la puerta de la comisaría, ignorando por completo a los demás policías, e incluso al charco de sangre.

Una vez más los gritos en las calles se hicieron notorios.

-Salgan ahora, antes de que todo empeore. 

Clayton y los demás policías comenzaron a equiparse con equipo especial, en incluso armas.

No tomamos más de un minuto para poner pie en marcha. 

Salir de la comisaría los policías salieron disparados en direcciones diferentes. Eli y yo caminamos mirando a cada esquina por si alguien se nos acercaba.

la calle en si, era un completo desastre, decenas de autos abandonados, varios puntos de comercio siendo saqueados, gente corriendo a manos llenas con televisores, y otros lujos, varios hombres y mujeres usando mascaras para ir a saquear.

El ambiente ya era aterrador al momento en que dimos la vuelta a la esquina, y de haber tardado un poco mas hubiéramos sido aplastados por un vehículo que se estrelló en la paredes del banco.

-Eli, debemos buscar un atajo, la calle es muy peligrosa.

-Bien, ahh... Los callejones, podemos llegar a mi apartamento usando los callejones.

La entrada de callejón mas cercana se encontraba cruzando la calle en linea recta. Aguantamos un momento a que el semáforo cambiara a verde, en ese breve momento noté cómo la gente en sus vehículos buscaba direcciones y se gritaba dentro de ellos.

Tal parece que el caos se encuentra dentro de toda la ciudad.

-Es como una película de terror. ¿Recuerdas la del asesino de Texas? 

-Sí, me siento como esa chica que corre por toda la casa.

Eli siempre recurre a recuerdos cuando entra en sus nervios, seguirle la corriente siempre ha sido la forma de calmarla.

Y una vez llegamos al callejón, me sentí al manos un poco más tranquilo entre los muros fríos de los edificios. Un par de perros callejeros hurgan entre las bolsas de la basura, en el pavimento hay charcos de orina, zapatos tirados, una que otra vieja manta de algún vagabundo. A pesar de todo, incluyendo los malos olores, me sentí con el derecho de tomar un buen respiro para poder relajarme.

- Es una completa locura.

-Y que lo digas.

-Yo solo quería venir de vacaciones.

-Creí que me extrañabas.

-Bueno... eres la razón principal por la que estoy aquí.

Su sonrisa es lo mejor y más lindo que puedo ver ahora mismo. Literalmente.

Seguimos caminando un par de cuadras a través del mismo callejón, a solo un par para llegar al edificio de Eli.

Miraba al cielo, este es azul, con unas pocas nubes que avanzan con rapidez. Nubes blancas que después se tornaron grises, y de ellas despedían un polvo negro.

-¿Eso es humo...?

-Silencio...

Eli me detuvo. El cielo se cubrió de espeso humo, y con ello el callejón oscureció mucho más de lo que ya era. 

Entonces escuché un sonido terrorífico, pero familiar.

Detrás de un basurero, unos pies descalzos se asomaban por el suelo. Tomé a Eli de su brazo y retrocedimos un par de pasos atrás. 

Seguido de un movimiento brusco de sus pies, logré ver una de sus manos apoyándose en el suelo. Pocos segundos después ya estaba de pié. Sus hombros abajo y el gran esfuerzo que hacía por mantenerse en pie me dio a entender que no se encontraba bien.

Estuve a punto de acercarme, a ofrecer mi ayuda, pero entonces gruñó una vez más.

Nos observó. Lo vimos. Su barba resaltaba de su piel pálida, se movía como si estuviera cansado, parecía estar enfermo. Exactamente igual a lo que vimos anoche.

-Eli... Vamos.

Tomamos nuestras manos y apresuramos el paso, pero no fue lo suficiente.

El Gruñón se lanzó sobre mi pierna, y en ese momento comenzó a gritar. 

Eli le rogaba para hacer que me soltara, pero eso no servía de nada.

Golpee su rostro varias veces a patadas para lograr zafarme de él, pero cada vez más se aferraba a mí, podía ver sus dientes sucios mientras gruñía, y también intentaba morderme.

Estaba completamente sobre mí, trataba de empujarlo, pero usaba todo el peso de su cuerpo para intentar acercarme a mi rostro. Y fue entonces que lo noté. Este tipo de personas tiene ojos diferentes, ojos carentes de color, aparentemente muertos, grises. Grises como la nubes que ahora cubren gran parte del cielo.

Puse mis manos sobre su pecho, logré levantarlo lo suficiente como para no sentir más su presión sobre mi cuerpo. Y de pronto, veo los pies de Eli a mi lado, para luego ver al gruñón golpear su cabeza con el muro del edificio a nuestro lado. 

Elizabeth sostiene un ladrillo en su mano, el cual se llenó de sangre por completo.

La cabeza del gruñón fue abollada por el golpe. No movía casi nada más que su boca y su brazo, queriendo intentar alcanzarnos.

Ví a Eli a los ojos, pero ella no lo hacía conmigo. Ella mira el paso de donde venímos, en donde unas sombras se acercaban lentamente. 

LIVE TWD (En Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora