Clase oyente

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Capítulo cuatro.

No podía sacarse la clase de la profesora Granger de la cabeza. Es decir, una cosa es saber lo que todo muggle sabe, pero otra muy distinta es que tu magia es como la de los sangrepuras: inútil.

No había pensado en que los bombardeos habrían afectado al callejón o al mismo ministerio. Y al parecer, los magos tampoco. ¿Alguien tendría que haberlo pensado? ¿No?

Para el término de la primera semana de clase, todos hablaban de las clases muggles. Muchos hijos de muggles estaban entusiasmados y parloteaban con cada sangrepura que se detenía a preguntar por la guerra.

La guerra. Una cosa tan lejana. Aunque todos murmuraban y susurraban sobre la guerra que Grindelwald libraba, algo indefinido y lejano de los claustros mágicos, nadie hablaba sobre la otra guerra, la muggle, la que azotaba Europa y, más recientemente, Inglaterra. ¿Quién lo pensaría aquí, en Escocia, lejos de los bombardeos y el mundo muggle que se desmoronaba? Incluso muchos de los nacidos muggles habían sido evacuados a los campos y otros pueblos. Tom había escuchado que también los enviaban a Australia o Canadá. Menos a él, por supuesto.

Eso hizo también que los prejuicios fueran un poco difuminados. Porque los nacidos muggles hablaban con desenfado de lo que sabían. Y los sangrepura estaban dudando de la veracidad de lo que decían. Hasta que una tarde, Tom se cansó del quisquilloso murmullo malhumorado de Mulciber y le explicó sobre las armas muggles que te mataban en un segundo.

-Eso es imposible. -replicó el joven sin poder creerle, incluso si fuera él.

-Entonces, te aconsejo que vayamos a la clase de la profesora Granger.

¿Qué lo llevó a decir eso? Ni idea. Pero ahí estaba, con varios sangrepura de otras casas.

-¡Bienvenidos a Estudios Muggles! –dijo radiante Hermione. –Veo muchos alumnos nuevos. U oyentes. Hoy hablaremos sobre las armas muggles. He leído los informes y algunos están muy bien... -miró a los Ravenclaw. –Otros dejaron ir su imaginación. –sonrió a los Gryffindor. –Bien, la clase pasada nos fuimos un poco con las diferentes categorías de armas. Hoy comenzaré con más sencillez. –con un movimiento de mano, hizo aparecer un revolver. –Esta es un arma de fuego. ¿Recuerdan la diferencia entre una de fuego y una blanca? Bien. Este es un revolver Enfield Número 2, con seis balas en su interior. No se preocupen, son balas mágicas. No mataran a nadie. Solo quiero demostrar su velocidad. Quiero seis voluntarios.

Riddler y Mulciber fueron los primeros, luego cuatro Gryffindor.

-Bien, quiero que se paren en fila y que intenten detenerme. Por favor, los demás al final del aula.

Todos se movieron. Tom no desaprovecharía esta oportunidad de hacerla morder el polvo.

-Bien, cuando gusten. No se limiten.

Tom y Mulciber fueron los primeros en hechizarla y los primeros en "morir". Hermione solo esquivó los hechizos y les disparó balas de pintura mágica que inhibía la magia. Los cuatro restantes se acobardaron y no atinaron a ningún hechizo en lo que ella los eliminó. A todos les disparó en el corazón.

-No se preocupen, su magia regresará en cinco minutos. –les aseguró. Luego se volvió hacia los demás alumnos. –Como han visto, los eliminé en menos de un minuto. Las balas hieren y matan. Yo utilicé balas mágicas de pintura inhibidora, por supuesto. Pero vieron el resultado si se enfrentan a armas muggles. Imaginen si ellos nos descubren. La caza de brujas de hace seiscientos años no será nada comparado con las armas que esgrimen ahora.

-Podríamos eliminarlos... -comenzó Daimon Crabbe.

-¿Cómo? ¿Con hechizos y conjuros? ¿Con imperdonables? Ah, no estuvo en la clase anterior en la que expliqué el alcance de las bombas... Dígame, señor Crabbe ¿sabe cuál es el promedio de hijos de sangrepura? Dos por familia. Con un cincuenta por ciento de que nazcan squib. Cincuenta por ciento. –recalcó. –Yo que usted revisaría los promedios de los últimos cien años. No estoy segura, pero que es un mago cada treinta mil muggles. Y eso contando a los nacidos muggle.

Nadie respiraba. El silencio era absoluto. Mirándola como si le hubiera salido otra cabeza.

-Bien. ¿Quién puede decirme las clases de armas de fuego muggles que existen? –continuó la profesora.

Tom estaba cada vez más intrigado con la profesora de estudios muggles.

Estudios muggles (editando)Where stories live. Discover now