Sorpresa inesperada

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Capítulo seis.

Hogsmeade es uno de los pocos pueblos completamente mágicos en la gran isla, y el más cercano a Hogwarts. Y las salidas programadas para los alumnos era una fiesta para los lugareños.

La salida a Hogsmeade era un éxito. Todos los alumnos se divertían, comían y compraban. Hermione paseaba con el profesor de cuidado de criaturas mágicas. Charlaban animadamente, ella tratando de no pensar en sus amigos que aún no habían nacido, otro tiempo cuando era más despreocupada. 

Unos crakcs estallaron de todos lados. ¡Eso era terrible! No tenía idea que Grindelwald estaba tan cerca de Hogwarts. Es decir, ¿quién otro haría un ataque a la nueva generación de magos?

Hermione, experta en ataques inesperados por su amigo Harry, se posicionó y lanzó un Patronus informando del ataque, mientras el profesor a su lado corría a defender a una parejita de quinto. Con la experiencia de su vida, Hermione convocó un domo alrededor de Hogsmeade con su poder. Un domo de árboles, lianas y enredaderas que no permitiría a nadie salir. Era un riesgo, pero no quería que fuera un ataque para algún secuestro. Con su diestra sostenía su varita y lanzaba hechizos y encantamientos no verbales, mientras con la izquierda levantaba macizos de tierra con los que arrojaba a los magos malvados. Muchos corrían a refugiarse, otros intentaban defenderse como podían, especialmente los prefectos.

Entonces, ocurrió. Un rayo verde cruzó y alcanzó a un niño. O casi. Otro alumno había empujado al alumno casi muerto. ¡Tom Riddle había salvado a alguien! Pero no le dio importancia. No. Su magia explotó. ¡Ya había perdido varios amigos bajo el color de ese hechizo! Soltó la varita y levantó las manos. La tierra tembló y explotó. Lianas y raíces tomaron a los malos, le sujetaron y quitaron sus varitas. Y, cosa curiosa... ¡les golpeaba en sus pompis!

Cuando los Aurores llegaron, y encontraron a los malos en ese estado... no pudieron evitar sonreír.

-¡Pueden dejar de reír y ocuparse! ¡Ella ya no da más! –gritó un Tom enfurecido que hechizaba a diestra y siniestra a los atacantes.

Entonces, se dieron cuenta de quién estaba detrás de las plantas vivientes. Tomaron a todos los magos malvados y Hermione bajó sus brazos, agotada. Cayó de rodillas.

-¡Hermione! –llegó el profesor Dumbledore.

Tom la sostenía del brazo para que no terminara en el suelo.

-Profesor...

-Tranquila, pequeña, ya terminó.

-Mataban... niños... ¡Niños! –lo tomó de la túnica, histérica. -¿Es que no ven que destruyen el futuro? ¿Es que nos quieren exterminar como Hitler? ¿Por qué, profesor? ¿Por qué? –y se derrumbó en su profesor.

-No lo sé, pequeña.

Dumbledore miró a Tom, quien los miraba con preocupación e intriga.

La profesora de Estudios Muggles no fue la única en el ala de hospital. También algunos alumnos y la profesora de Herbolaría. 

A pesar de todo, una reunión se orquestó en Slytherin. Más específicamente, de los caballeros de Walpurgis.

-Mi lord, estábamos preocupados por usted. –dijo Avery con ansiedad una vez que se establecieron las protecciones pertinentes en el aula abandonada.

-Mi lord, ¿está bien? –preguntó Mulciber.

-No, no estoy bien. Todo está de cabeza. Lo que creía que era correcto es incorrecto y la verdad es una fantasía. –contestó Tom algo trastornado caminando de un lado a otro por el aula vacía.

-¿Qué está diciendo? –preguntó Malfoy.

-Qué ya no sé por qué luchamos...

-Mi lord, es por la sangre... -respondió enérgicamente Crabbe.

-La sangre... -se quedó un momento en silencio. –La sangre que Grindelwald estaba dispuesto a derramar, sin importar si era pura o sucia... Un loco está afuera, diciendo que quiere que tomemos el control sobre los muggles ¡y nos ataca! ¿Por qué?

-Una distracción. –dijo Lestrange luego de un minuto de tiempo.

-¿Cómo?

-Los magos que envió... he escuchado que son extranjeros... los envió para distraer... algo buscaban...

-¿Pero qué? –se desesperó Avery.

Otra vez el silencio.

-Dumbledore. –anunció Tom.

-¿Cómo?

-Piensa, Malfoy. Dumbledore estaba en Hogwarts, no en Hogsmeade. Grindelwald tampoco estaba en Hogsmeade...

-Todos los profesores fueron al pueblo... -dijo Morgan Nott meditando en todo.

-Menos Dumbledore. Al menos, no de inmediato–terminó Darius Rowle. –Lo esperaba. Sí, algo buscaba.

Es inevitable que los adolescentes especulen intrigas, aunque no siempre sean imaginarias.

-Pero, ¿eso que tiene que ver con nosotros? –preguntó Malfoy.

-Hoy evité que mataran a un sangresucia. –miró a cada uno de sus seguidores. -¿Por qué? Porque me di cuenta que sin ellos, no hay magia. Terminaríamos reduciendo nuestro número. Por cada mil muggle, nace un mago. Cada pareja de magos tiene al menos un squib. ¿Ven la diferencia? Vamos a desaparecer. Habrá magos de los 28 Sagrados que regirán el mundo mágico, pero se necesitan pocionistas, modistas, libreros, hacedores de varitas... pueblo que sostenga nuestras costumbres.

En un silencio espectral, los caballeros de Walpurgis terminaron su sesión.  

Estudios muggles (editando)Where stories live. Discover now