Acercamiento

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Capítulo siete.

El núcleo mágico de Hermione estaba agotado hasta el límite, y por eso es que tuvo que hacer reposo en el ala de hospital de Hogwarts, sin permitirle hacer magia. Otra vez. La verdad sea dicha, ahora entendía a su amigo cuando terminaba aquí más de un día. Aburridísima hasta las lágrimas, una puede leer cierta cantidad de libros antes de mandarlos a volar. Amaba cuando los alumnos venían a saludarla y traerle flores y dulces, aunque con su historial dental, evitaba estos últimos. Siempre podía contar con alguien con el diente dulce.

Sin embargo, su estadía se vio afectada por dos personas en particular. Una fue Myrtle Warren. Llegó con una expresión que no presagiaba nada bueno. No en una Ravenclaw.

-¿Ocurre algo, Myrtle? -preguntó Hermione, preocupada.

-Profesora... este... -sacó el libro que le prestó y se quedó en silencio acariciándolo.

Hermione se quedó en suspenso. Y miedo subiendo en la columna. Myrtle abrió el libro en la hoja que tenía el título, pero le señaló la página opuesta. Los ojos de Hermione se abrieron y todo rastro de sangre, se evaporó de su cara. ¡Había cometido un error! El libro había sido imprimido en 1990. ¿Cómo pudo haber pasado? Oh, cierto, ella quería ayudar a la niña. Miró a la chica en busca de alguna señal que le dijera cuan peligroso sería este desliz.

-No diré nada. –le aseguró Myrtle.

Hermione suspiró, aliviada. Tendría que llevarla aparte, cuando pudiera empuñar su varita, y obliviarla...

-Gracias. -susurró.

-Pero... ¡dígame que tan grande soy! –le pidió entusiasmada.

Hermione se mordió el labio. No podía decirle la verdad. Su mente trabajó a marcha forzada. ¿Qué podía decirle? No que un basilisco la mataría y ella terminaría como un alma en pena encerrada en Hogwarts.

-Yo... yo no... -miró los ojos de la chica que brillaban con esperanza. –Yo no te conocí personalmente, pero te vi en el Ministerio de magia. No como secretaria. No... Tenías una oficina allí. Sí... Una oficina cerca de la administración principal... Así que, yo sé que todo lo que te propongas lo lograrás.

La sonrisa de Myrtle no tenía precio. Hermione sabía que mentía con todos los dientes, pero... valía la pena. Total... el futuro...el de Myrtle al menos, no estaba escrito. Ella no lo permitiría.

La otra persona que afectó su estadía fue Tom Riddle. Serio e impoluto, se presentó una noche antes del toque de queda. Y se le quedó mirando.

Era solo un adolescente. Muy serio, pero un adolescente un poco más joven que ella. No podía verlo como un señor oscuro que había sembrado el terror en todo el mundo mágico británico, que había perseguido a su amigo por una estúpida profecía dicha por una borracha. Era un huérfano inmerso en un mundo que apenas entendía... tal como su amigo de cabello rebelde y ojos avada. 

-¿Sí? -le preguntó cuando él no dijo nada por unos minutos.

Parecía que se debatía en su interior.

-Espero que se encuentre bien. –solo atinó a decir.

-Perfectamente, joven Riddle. Solo fatiga mágica. Me tienen aquí hasta que me recupere. Incluso me retiraron mi varita.

Tom asintió con la cabeza y se quedó en silencio. Luego se despidió y dio media vuelta para irse. Pero no dio un paso.

-¿Hay algo que lo esté preocupando? Le aseguro que acá...

-¿Cómo hizo eso? –le preguntó a boca de jarro sin voltear.

Hermione sonrió.

-No es el único que ha venido a preguntarme eso. –Tom la miró de lado. –Si está interesado en explorar otras magias, daré charlas los sábados en la mañana... en cuanto me den el alta de este lugar. –movió la mano como espantando una mosca molesta. Realmente, compadecía a Harry.

Tom volvió a asentir y salió con su paso elegante.

Hermione no paraba de sonreír. Tom todavía no era Voldemort y era completamente influenciable como todo adolescente. El antagonismo entre Dumbledore y Tom no había pasado desapercibido para ella, y ese antagonismo había permitido al profesor ver más allá de la desconfianza y la precaución algo que lo perturbaba, haciendo a Tom completamente paranoico en el proceso. Pero ella podía ser quién lleve al gran mago a su verdadero poder. Y que no cometiera errores. Ese era su gran plan. Entre muchos otros, por supuesto.

Myrtle venía a visitarla con intención de saber todo sobre el ministerio futuro... y llevarse la decepción de su vida. Hermione podía mentirle sobre su futuro, pero no sobre lo mal que iba el ministerio. Tal vez tuviera que coleccionar amistades para filtrarse en el ministerio de magia, como el profesor Slughorn. Algo en lo que pensar.

Y Tom... venía antes del toque de queda, preguntaba dos cosas sin importancia y se iba. Sin embargo, sabía que él estaba planeando cosas. Ahora, lo que debía era acercarse lo máximo a él y sugerir una o dos cosas. No por nada era la más inteligente de su generación.

Hermione sonreía como el gato de Alicia. Oh, sí. Prepárense, mundo mágico. No por nada era la más inteligente...

Estudios muggles (editando)Where stories live. Discover now