CAPÍTULO DIECISIETE: Ese shinigami, en desquiciante desesperación.

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La gente de Londres vuelve a ser testigo del hallazgo de un nuevo cadáver. Un caso algo particular, cercas del río Támesis. Por suerte, los mayordomos de la Reina Victoria, el Dúo Charles, se encontraban de paso cuando la gente comenzaba a juntarse alrededor de la trágica escena del crimen. Ellos se encargaron de despejar el área y buscar confirmar la identidad de la persona asesinada, porque ambos tenían la idea de que era alguien que conocían. Una vez confirmada la identidad, se dio aviso a la Reina Victoria, dando paso así a la carta urgentemente enviada al conde Phantomhive, quien se encargaría de la investigación del asesinato.
Como es ya costumbre, los cadáveres a investigar son procesados en una autopsia, llevada a cabo por nada más y nada menos que el sepulturero. Transportaron el cadáver envuelto en un par de sábanas blancas, que los mismos mayordomos de la Reina habían proporcionado desde antes que el conde llegara a la escena. Ya que es una investigación importante, no podían esperar a que el sepulturero viniera por el cadáver.
Dentro de la funeraria, la campanilla colgando en la puerta se hizo escuchar, anunciando la llegada del conde Phantomhive. Al entrar, encontró al sepulturero sentado detrás su escritorio, cosa poco común de ver, parecía algo distraído, preocupado.

—Vaya~ ha regresado antes de lo que pensé, heh, heh —comenta con sorpresa y una risa que sonó algo fingida.

—Tenemos una investigación importante -va directo al grano en un tono serio— Necesito que realices una autopsia y me des los resultados lo antes posible. Sebastian te espera en la puerta trasera para adentrar el cadáver.

—¿Investigación importante? —cuestiona curioso yendo en dirección a la segunda habitación, directo a la puerta trasera. En efecto, Sebastian esperaba. El cadáver queda puesto en una de las mesas, aun envuelto con las sabanas, en las que ahora se esparcían manchas de color carmesí.

—Sí, es importante —recalca el conde mientras lo observa abrir las sabanas, buscando descubrir el rostro del cadáver. Sebastian observa despistadamente atento. Undertaker mira el rostro del cadaver un par de segundos, pero su expresión no cambia.

—No entiendo, ¿por qué es un caso importante? —fue lo único que dijo luego de ver el rostro sin vida de aquella persona. El conde lo miró un tanto incrédulo de su reacción, al igual que el mayordomo.

—Nosotros tampoco lo entendíamos hasta que, leídos la información de su identidad. Su verdadera identidad —comenta el mayordomo recalcando la última frase y Undertaker lo mira atentó.

—Eileen Adelheid de Geer, nacida en Suecia, hija del jefe del Parlamento sueco y nieta del actual Monarca del mismo país —leyó el conde y dejó caer sobre el escritorio un par de papeles que contenían la información proporcionada por el Dúo Charles- ¿No lo sabias?

—No... —responde en confusión mientras toma los papeles. El mayordomo juraría que las manos del sepulturero temblaron ligeramente— La conocí como Eileen Dunne.

—Eso nos dijo también. Cambió su apellido por obvias razones. No podía ir por ahí presentándose como la hija prófuga del parlamento sueco y nieta del Rey —el contrario sonrió, una sonrisa con un toque de tristeza.

—Heh, heh, ya entiendo porque tanta importancia a su muerte.

Luego de intercambiar un par de palabras más, el conde y mayordomo se retiraron del negocio. Undartaker cerro con llave las puertas y regresó a la sala donde ella estaba. No quería ni si quiera desenvolver su cuerpo y ver que es lo que le habían hecho. Sin embargo, no tuvo más opción que hacerlo.

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SEGUNDA CARTA

Las notas de Eileen 『Undertaker』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora