Una simple muñeca

Prólogo

Mi vida no iba a tener nunca un fin, desde el lugar en el que me encuentro sólo veía a una bella mujer con ojos esmeralda y cabellos tan brillantes como el sol cepillar su melena, arreglarse y salir por la misma puerta de esa habitación, día tras día, hasta que una noche no apareció si no hasta el día siguiente, empacando sus cosas y llevándome con ella junto con otros peluches sin valor...

Estuve en esa caja por bastante tiempo hasta que me sacó, se colocó frente a un espejo pasando con ternura su mano sobre mis cabellos.

- me voy a casar Marinette - me dijo, ella me había puesto un nombre muy extraño que solía olvidar constantemente - me voy a casar con el joven con el que siempre me iba de casa.

La habitación se escuchaba en un silencio total.

Empezó a soltar líquido por los ojos.

Pero... ¿Por qué?.

Según había visto muchas veces ella expulsaba liquido con una cara que remarcan una penumbra que hacía que sintiera todo a mi alrededor pesado, pero está vez reía, como quisiera salir de esta prisión de porcelana.

O experimentar eso que le llaman sentimientos.

Me vi frente al espejo, mi piel era tan pálida que parecía muerta, si no fuera por mis mejillas sonrojadas daría miedo con mis enormes ojos azules, esa vez estaba vestida como una bailarina, otras veces cambian mi atuendo por la de una campesina, una princesa, una reina y su favorito, una caperusa roja con un vestido de una historia de hace mucho tiempo.

Ella se limpió las lágrimas de su rostro.

Me abrazó contra su pecho y se puso a bailar un poco, giraba y giraba mientras tarareaba una melodía.

Luego me dejó en su tocador y salió de la habitación como siempre.

Según recordaba había sido capturada en una muñeca hace más de un siglo aproximadamente, mi tiempo se detuvo en ese momento, creo que tenia unos 15 años, uno de los atuendos de los que me ponía ella eran ciertos, era una princesa hace ya mucho, recuerdo que lo que me condenó fué mi belleza por culpa de un sucio noble que no dejaba de cortejarme, lo que no sabía yo o nadie de mi familia era que ese noble practicaba magia negra, así que me encerró en una muñeca de la cual se deshizo, pero un señor bajito y de aspecto humilde me encontró, me lavó y me puso a la venta. Ahí estuve durante mucho tiempo, sin saber que era realmente la princesa de francia.

El padre de Emilie, según recuerdo así se llama, me compró y llevó a su hija en una Navidad.

Ella tenía aproximadamente unos 8 años.

Esa es mi pequeña historia, cabe decir que cuando era una princesa no llegué a enamorarme de nadie, y según recuerdo el hechicero me dijo que no me literaria hasta lograr sentir una sola emoción en todo mi cuerpo.

Pero esa sería amor.

Había escuchado que era la más fuerte se todas.

Los días me pasan en un abrir y cerrar de ojos.

De repente Emilie ya tenía un embarazo de 8 meses, pero algo no andaba bien.

Emilie se veía muy pálida, a comparación del día en el que llegó feliz a está nueva casa, las ojeras eran notables, sentía lástima de la niña que veía tan alegre ahora estaba demacrada.

Acariciaba con ternura ese abultado vientre y de nuevo empezó a llorar.

- Adrien - dijo - creo que mi cuerpo es demasiado débil para seguir - se tapó los labios con su mano para que no se escucharan sus sollozos.

Se levantó con pereza y se acercó a mí.

- Marinette, mi pequeña y hermosa compañera - me tomó tan delicadamente como siempre, una mano por mis piernas y la otra detrás de mi espalda - necesito que cuides a Adrien como me cuidaste a mí - su voz rota por primera vez llegó a mi corazón Y después de mucho tiempo pude tener un movimiento de mi cuerpo a mi contról, mi cabeza la daba viendo y sólo la pude agachar un poco asintiendo levemente, un sólo movimiento, le tenía cariño a ésta mujer, claro que cuidaría a su hijo.

.......

Dos meses después murió Emilie.

Muerte materna, eso fue, dejando solos a Adrien y Gabriel.

Las pertenencias de Emilie fueron quemadas, todas y cada una de ellas fueron destruidas por el fuego, todas menos una, yo.

Pero a mi me cambiaron de lugar al cuarto del bebé, era el vivo recuerdo de aquella mujer, tan lleno de vida como cuando la vi por primera vez...