6

3.4K 326 29
                                    

Todas las cosas de la habitación volaban por los aires golpeando y rebotando con las paredes. Mis manos estaban levantadas a la altura de mis codos y con ayuda de mis habilidades levantaba todo tipo de cosas en la gran sala. Ninguna de estas pasaba lo suficientemente cerca de mí como para hacerme daño, pero aún si una de estas me golpeara no me movería. Ellos debían saber cuánto control tengo de mis poderes. Que no me ando con tonterías.

Las luces fallaban, no sabía si era por mi causa o tenían a uno de los tres chicos restantes entrenando cerca de donde me encontraba yo. Supe que me había metido en problemas cuando la silla impactó contra la ventana rompiendo el cristal y dejando a la vista a los doctores que estaban del otro lado sosteniendo sus tablas con papeleo y plumas. Sus rostros eran una mezcla de confusión y terror.

Dejé caer todos los objetos por toda la habitación. Cada uno haciendo un ruido diferente al caer, algunos me hicieron respingar en mi lugar, pero otros solo lo hacían sin inmutarme.

Uno de los hombres tras el cristal roto se acercó al micrófono cerca de la mesa, presionó un botón y habló ― Hemos terminado por hoy, Ela.

Mi respiración se comenzó a agitar cuando mi cuerpo se calmó, sonreí y caminé a paso lento hasta la puerta, donde detrás de esta me esperaba Wyatt con su brillante sonrisa.

― Causas muchos daños señorita, hay que agradecer que todo este lugar está asegurado. Ese cristal puede valer más que mi sueldo de un año ―su brazo se extendí hasta mí con un termo metálico, lo agitó cerca de mi rostro y esperó a que lo tomara― Bébelo ―ordenó.

Hice una mueca ligera con la boca y tomé el termo. Quité la tapa de este y comencé a beber el liquido hasta que quedó vacío. Al terminar regresé la tapa a su sitio y entregué el cilindro.

― ¿Dónde está Byron? ―pregunté.

Wyatt escondió sus dientes, pero no su sonrisa ― Tuvo problemas en uno de los pisos superiores. Me dejó a cargo de ti unas horas. ¿Qué quieres hacer?

Los libros nuevos que no había leído en mi librero los terminé en los dos días que nadie me molestó gracias a la herida de mi brazo. Por inercia me pasé la mano por el parche blanco que la cubría.

― Necesito algo nuevo que leer ―espeté sincera―, si me llevas a ese lugar mágico te prometo no llevarme uno de terror.

El rubio no pudo evitar soltar una carcajada ― ¿Puede ser algo de romance?

― Confórmate con que la palabra «Asesinato» no venga en la sinopsis.

Estuvimos alrededor de diez minutos caminando por todo el búnker, hasta que un grupo de gente despavorida pasaron junto a nosotros. Sus rostros mostraban preocupación y terror. Wyatt detuvo a uno de ellos del brazo, los ojos cafés del chico se abrieron grande en dirección del rubio.

― ¿Qué sucede? ―murmuró Wyatt, apenas y pude escuchar el tono de su voz de tan bajo que habló.

Su vista pasó por todo el pasillo y se clavó en mí, me analizó de arriba abajo y después volvió a mirar a Wyatt. Parecía que aquello que estaba sucediendo no podía ser dicho frente a mí.

― Hay problemas en 009 ―Wyatt soltó su brazo, y el tipo siguió corriendo hasta perderse en los pasillos. Justo por donde los demás de habían ido.

No podía asegurar, pero algo me decía que tenía que ver «de nuevo» con mis vecinos. El hombre rubio me observó con el rostro lleno de más dudas de las que tenía yo en aquel momento. Abrió su boca, tal vez para decir algo pero la cerró de inmediato, antes de poder saber que saldría de su garganta.

LegadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora