-¿Buenas Noches? ¿Diga?, ¿Con quién hablo?- Amalia contestó, eran las doce de la madrugada y tenía que planear un laboratorio, acostumbraba a apagar el móvil, el móvil que le traía un agridulce recuerdo. - ¿Aló? ¿Hay alguien ahí?
Su respiración que corto, fueron los 10 segundos más largos de la vida, más que todo el proceso de la tesis, pensó que estaba muerto, pero estaba más vivo que nunca; cuando pensó en hablar, en decirle todo lo expresado en tantas cartas, la llamada fue cortada de parte de Amalia. La había escuchado luego de 3 largos años, años en los cuales se arrepentía de tantas cosas, sin embargo, de esa última jamás se arrepentiría. Se acostó en su cama luego de su rutina de aseo personal y se durmió, soñando el día en que la volviese a encontrar, - Mi Amalia – masculló, - pronto te hare olvidar tu promesa, así como yo lo hice- y se rindió ante el sueño.
Marcaron sin querer- pensó- el número no se reflejaba en el directorio, quedo observando el móvil por más de 5 minutos, esperando alguna segunda respuesta que nunca llego –algún idiota borracho tratando de recuperar a su ex – recriminó. Ya eran pasadas la una de la madrugada, no tenía sueño a pesar de que había trabajado hasta el cansancio. Se dispuso a buscar móviles en venta, quería cambiarlo por uno nuevo; no por el hecho que estuviera viejo o dañado. Tarde o temprano tendría que dárselo a su verdadero dueño, y ahora que tenía un trabajo estable podía regalarse eso.
Por un momento traiciono su memoria, recordó aquella fecha que prometió olvidar; no lo odiaba, lo amaba, si, aun lo amaba, sin embargo, se prometió a su misma no decir nada, el hermetismo era su "maldición" aun con su familia costaba abrirse por completo. Sentada en la silla de su escritorio observo el móvil, era lo único que lo unía a él – Benjamín, eres un estúpido- suspiró - sin percatarse coloco su cabeza recostada en su brazo y dio rienda suelta al sueño que ya le estaba pasando factura.
- Que no vaya con vos, no significa que yo he de cambiar mis sentimientos, - murmuro imperceptible - pero si vos sentís la necesidad de llegar hasta aquí, no pondré oposición alguna, yo... yo cumplo mis promesas, por eso, no te detengas...
- Si me dices que me vaya, lo haré, aunque después cambies de opinión no voy a...
- No te pediré volver, no voltees a ver hacia atrás, porque yo – dijo a punto de estallar en lágrimas – Yo no lo haré
Despertó a causa de la alarma que ya marcaban las cinco de la mañana, con dolor de cuello y la columna, a causa de la posición en la que durmió la noche anterior pero también despertó triste, trato de componer su postura, quedo observando su pie, viendo a la nada, pensando en la nada, cuando una lágrima broto y cayó en su pierna, sin dudarlo, sin pensarlo, cuestiono a dolor de pecho -¿Cuándo será el día que no me atormentes?- reprochó mientras las lágrimas se desbordaban aún más rápido y con abundancia – Nunca te dignas a llamarme, pero te metes en mi cabeza, ya estoy cansada, deja de soñar conmigo, hazme cambiar de parecer, hazme olvidar mi estúpida promesa, haz que deje mi orgullo a un lado; pero si no quieres nada de eso, ¡Déjame en paz! – Gritó – por favor, te lo ruego, ya no quiero llorar más, ni sufrir, porque mientras vos estas bien, yo me estoy desvaneciendo, y no es justo, ¡No es justo, maldita sea! – olvidándose momentáneamente del dolor giro su cabeza y su cuerpo entero para lanzar a la pared el teléfono que tanto amaba pero odiaba; pero su mismo cuerpo se lo impidió.
Cayendo de rodillas, suspiró – Está será la última vez que lloro por vos, no lo juro, pero lo prometo, adiós benjamín, a partir de hoy, la esperanza de volver a amarte se va para no volver, te espere demasiado, 3 años en los cuales calabas mi interior con tu recuerdo, pero hoy, hoy es un nuevo amanecer – se levantó del suelo, secándose las lágrimas; enjuago su rostro, empezó su rutina de aseo diario y se marchó a la universidad. No le gustaba desayunar sola, sus padres se habían ido de viaje y su hermano a causa del trabajo estaba fuera de la capital. Tomo un analgésico para el dolor y se marchó.
Tenía la misma mirada perdida mientras se dirigía a la universidad, una mirada que reflejaba dolor, inexpresión, perdida. Trato de recuperarse, pensar en otras cosas, mantener su mente ocupada; -El numero- ¡Luis! ¿Será que este idiota pueda hacer eso? – y como un soplo de vida la brillantes regreso a sus pupilas. Ansiaba llegar a la universidad, no lo había pensado hasta ahora, pero ¿Si el número de teléfono era de su hermano o de sus padres?, no sabía de ellos desde hace 2 días, empezó a preocuparse. No encontraba calma a su ansiedad, en lo que entro al campus, se dispuso a buscar a su mujeriego, pero fiel amigo. Lo vio desayunando en el quiosco principal.
- ¡Luis! – corrió hacia él, le abrazo como nunca lo había hecho, hasta el mismo se asustó.
- ¿Estás bien?, es raro, por no decir inaudito el hecho que me muestres afecto en público. Y no por mí, conste.
- Eres un idiota, pero lo necesitaba, necesitaba tu calidez, la que te caracteriza. – le dijo sin dejar de abrazarle – Necesito un favor – separándose de su pecho, alzo sus ojos y le miro.
- ¡Vaya! Demasiado bueno para ser cierto, ya se me hacía extraño tanto amor – dijo con una mirada sarcástica. – no presto dinero, ni coche, ni tareas, sabiendo todo lo anterior, ¿Qué se te ofrece? – advirtió mientras se miraba las uñas como diva.
- Ya que no mencionaste los laboratorios de registro, pues eso, necesito rastrear un número – Explicó con una amplia sonrisa, esa sonrisa macabra que a él le daba escalofríos.
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Siempre te amare.
Romance¿Qué hacer cuando de un día para otro tu mundo se desploma?, ¿Como reaccionar ante la desesperanza y la despedida del amor de tu vida? Amalia Orellana, joven de 20 años, cruzando sus últimos años en la Universidad, se ve ante la desesperanza y el ab...