Capitulo 9

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Amalia aun recordaba todo lo que Luis le había gritado a benjamín.

"Llego antes de lo esperado al salón con las cosas de Luis, al escuchar su nombre, su mundo se detuvo, se posiciono detrás para escuchar lo que él tenía que decirle, quería tomar el teléfono y gritarle todo lo que sentía, que era un imbécil, un idiota sin amor a los demás, egoísta y estúpido e imbécil otra vez, pero se tranquilizó, ya llegaría el momento adecuado"

Las cosas para Amalia desde ese día no iban para nada bien, ya habían pasado más de 3 semanas desde "llamada" y todo iba de mal en peor, luego de que sus padres volvieran del viaje, Marian había caído en una gripe que mientras pasaban los días empeoraba cada vez más.

- Papá, creo que ya hemos esperado demasiado para llevar a mama al hospital – Amalia lo observo de manera preocupante, por su parte, Henry sabía que su tesoro tenía razón – Tengo miedo de perderle, no lo soportaría, no podría vivir sin mamá.

El silencio reinaba en la cocina de los Orellana, lo único que se escuchaba era la respiración cansada de Marian desde el otro lado de la habitación. – Prometo que hoy tendremos una respuesta de la enfermedad – Henry hablo seguro, a pesar de que su mirada reflejaba el mismo sentimiento que su hija. – Gracias papá, si necesitas plata – No hace falta querida -  henry corto su oración - para eso he trabajado, para darle lo necesario a mi familia, porque eso hace un hombre, se responsabiliza de sus acciones. – 

Cuando su padre se retiro a la habitación Amalia lloro en soledad, lo necesitaba, ultimadamente se sentía cargada, su temor crecía sin dar tregua, pero tenía que ser fuerte. Siempre critico a los personajes de sus historias que eran débiles, no quería ser eso, quería ser más, mucho más.



Los preparativos para su regreso estaban más que listos, el boleto, las maletas, los regalos y lo mas importante su titulo de Doctorado en Ciencias Médicas. Ya había entregado todo a la casera, había reparado la ventana rota, arreglado la cama y enviado por paquetería su televisor y algunos objetos. El teléfono sonó con su característica melodía y su sonrisa se amplio. 

- Hola mamá, antes de que preguntes, estoy bien, ya cene, y ya tengo todo listo para mañana – benjamín dijo con emoción.

- Yo más que nadie anhelo tu regreso mi niño, quiero tenerte en mis brazos y verte diciéndome mamá – Leila contenía emoción en sus palabras. – Basta, me sonrojas, ya me tendrás, luego, luego te arrepentirás de tenerme, 4 años no se superan de la noche a la mañana – mencionaba mientras se sentaba en el suelo.

- Por cierto ¿Denise y Nathan no regresaban contigo? – leila necesitaba hablar con ambos, ellos poseían información que ella necesitaba.

- Sí, pero decidieron pasar unos días en Colombia, estando de vuelta en el país, con un trabajo, el poder viajar y disfrutar pasa a segundo plano.

- Lo sé querido, lo sé.

Leila Salamanca era viuda desde que benjamín tenia 9 años, su esposo les dejo posicionada bien económicamente, a pesar de que ella reía y asistía a reuniones y fiestas, su hijo mas que nadie estaba enterado del sufrimiento que su madre llevaba a cuestas. Sin embargo benjamín sentía esa una traición, cuantas veces no escucho a su madre llorar en la soledad de su cuarto, su mente infantil maquinaba que si no se hubiese dedicado tanto al trabajo, hubieran tenido mas tiempo compartido. Pero a pesar de ello su madre le perdonaba todo, las llegadas tardes, los cumpleaños no asistidos, los aniversarios olvidados; Y siempre tuvo una duda luego de la muerte de su padre.

- ¿Mamá? –

- Dime – replico

- ¿Extrañas a papá? – era raro que benjamín hablara de su padre, el trabajo consumió su vida y matrimonio, producto de tanto estrés laboral, este había fallecido de una embolia cerebral, su padre amaba a su madre, dio todo por ella en un principio, pero a causa de darle el mundo a sus pies, se alejó y se olvidó que el amor supera en ocasiones lo material.

- Más que ayer, y aún más mañana - leila siempre se lamentaba y decía que si hubiera luchado por demostrarle a su difunto amado que su amor superaría la clase social y lo material, las cosas fueran diferentes. – Sin embargo – reconoció – él no se ha ido, él está conmigo, aquí en mi pecho, solamente que se adelantó, sé que me está esperando, y yo anhelo con ansias poder estar nuevamente con él.

- ¿Y lo perdonaste? - Esa pregunta dejo a Leila helada 

-¿porque tendría que hacerlo? -

Benjamín se quedó mudo, no supo que decir, nunca había pensado en lo que el amor realmente significaba y sus sacrificios, entendió lo amplio que era esa definición. 

- ¿Mamá? –

- Dime cariño – Leila le respondió con ternura, le parecía que le era su niño de 5 años preguntándole el porque de cada cosa.

- Gracias, Yo también deseo abrazarte, perdóname por dejarte sola, hasta mañana, te amo mamá. - dijo mientras un par de lágrimas se asomaban por sus ojos castaños.

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⏰ Última actualización: Oct 14, 2019 ⏰

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