Me quedo dormida y al despertar el dolor de cabeza no ha mejorado para nada, aún tengo demasiada hambre.
El miedo aun recorre mi cuerpo, la desesperanza se filtra amargamente por mis venas.
¿Y cómo no va hacer así? Si estoy secuestrada, si ya no tengo libertada. Si estoy sola en esta habitación, mientras mi vida afuera de aquí se empieza a convertir en solo recuerdos. Observo a mí alrededor, la ventana a mi costado está más abierta dejando que se filtre un poco más luz a la habitación. Al parecer son más de las dos de la tarde, esto hace que recobre un poco más mis fuerzas y observo a mí alrededor completamente, creo que todo sigue igual, los barrotes siguen allí. Pero mis manos y mis pies ya no están atados.
Observo hacia abajo, cerca de mí, y sorprendida observo una bandeja con comida y una nota en esta. Me incorporo y tomo la nota pensando que es solo una alucinación hecha por mis ganas de comer.
Palpo el papel con mis dedos y leo en este: "Pensé que tenías hambre, aquí te deje comida. :)" escrito con una hermosa y trabajada letra cursiva, la cual es tan real como mi hambre. La nota no tiene remitente.
Observo todo y parpadeo un par de veces, esperando a que cuando abra mis ojos, no ya no esté nada y todo sea producto de mi desesperación.
Tal vez cuando dormía, él abrió silenciosamente la puerta, entro a la habitación, abrió más la ventana para que filtrara la luz y dejo la bandeja con la comida y la nota en ella.
¡Wow!, que considerado secuestrador tengo, ¿Qué clase de secuestrador hace esto?
Tal vez son esos pedófilos que endulzan a sus víctimas, las violan incontablemente y luego las matan, pienso alarmada con cierta ironía.
Observo la comida aun sorprendida y al parecer está recién hecha y de hecho huele muy bien. Es arroz con pollo, ensalada y jugo de naranja fresco.
Qué bien huele todo, debería comer. Bueno, no. Espera, ¿Y si esta envenenada?, me alarmo ante ese pensamiento, pero, qué más da.
Ya estoy secuestrada y lo único que tenemos asegurado en esta vida es la muerte.
Que pensamientos tan optimistas pasan por mi mente en este momento.
Decido probar la comida, tengo demasiada hambre y creo que el dolor de cabeza me matara si no como algo ahora mismo.
Tomo la cuchara que se haya al lado del plato, junto con un tenedor y un cuchillo, y al parecer dos servilletas. Tomo una cucharada y la acerco a mi nariz. El olor de la comida se filtra por mis fosas nasales, y esto hace que aumente mi hambre.
Si estuviera envenenada, no oliera tan bien, pienso.
Llevo la cuchara a mi boca y siento los sabores tan agradables que se mezclan en mi boca.
Mastico lentamente, conteniéndome a no devorar todo de manera rápida. Termino de masticar y trago, esperando a que suceda algo.
Vi en un programa sobre supervivencia que, por cierto Érica odia porque son aburridos, que cuando se lleva mucho tiempo sin comer, se debe masticar y comer despacio o de lo contrario se puede padecer de un paro cardíaco o algo parecido.
Al notar que nada sucede y la comida no me hace daño, decido devorar todo.
No creo mucho en esas cosas de que se puede morir de un paro cardíaco por comer rápido, pero prefiero prevenir que lamentar y no quiero morir de esa manera, aunque tal vez muera de maneras peores estando en este lugar, pero prefiero comer bien por última vez que morir de hambre.
Como y mastico lentamente la rica comida, huelo el jugo de naranja y le doy un sorbo. Saboreo la ensalada cocida la cual sabe cómo a la ensalada que prepara mi mama en diciembre con sus riquísimas hallacas.
Mi mama, pienso en ella.
¿Sabrá que estaré aquí? ¿Se habrá iniciado una búsqueda?, no, tal vez no. Se requieren veinticuatro horas para declarar a una persona perdida y a mi parecer, no han pasado más quince. Empiezo a recordar borrosamente mi vida, pero no logro aclarar cómo es que termine aquí.
Extraño a mi familia y el temor de pensar que no la veré nunca, hace salir de mi ojo una lágrima cargada de miedo y frustración. Tal vez no vea más a mi familia y todo, gracias a este estúpido idiota que me cortó la libertad y tal vez me mate y venda mis órganos en Internet.
Termino de comer todo y me quedo un largo rato sentada mientras exhalo el aire que entra por la ventana.
Quiero salir de aquí, pienso con tristeza y rabia al mismo tiempo.
La puerta al lado de mí, se abre y observo al mismo hombre entrar por ella y cerrarla tras sí.
– ¿Quién eres? –levanto el rostro y pregunto con valentía, aun cargada de tristeza y enojo.
–No quiero hacerte daño. –dice calmado con su dulce voz. –Veo que terminaste de comer ¿Qué te pareció la comida? La prepare yo mismo.
– ¿Quién eres? ¿Y por qué me tienes aquí? –digo en un tono más fuerte, la frustración se me sale por los poros.
Soy muy valiente, no me importa si me mata.
–Solo alguien que quiere protegerte. Entiendo que estés asustada yo también lo estaría. –se acerca a mí, y me mira directo a los ojos con su hermosa e hipnótica mirada.
Parece sincera, pero dime. ¿Cómo confiar en alguien que te roba la libertad y te aprisiona? Quitándote el derecho a estar con tu familia y amigos. Dándoles preocupación y desesperación al igual que a ti. Temiendo por tu vida a cada segundo.
– ¿Teniéndome en este mugroso cuarto? –pregunto a punto de llorar.
Él lo nota, se acerca a mí, como si leyera mis pensamientos me abraza con fuerza, esto me sorprende demasiado. El abrazo dura unos cuantos segundos, el calor de su cuerpo cubre el mío y siento seguridad en sus brazos. Se separa de mí y siento un gran vacío.
–Aquí fue el único lugar donde encontré para tenerte, no quería que huyeras, –toma la bandeja donde se encontraba la comida y se levanta para marcharse –pronto podré explicártelo todo. Lo siento... –Dice, mientras se acerca hacia la puerta.
No tengo ni fuerza para levantarme y escaparme cuando él sostiene la puerta abierta antes de salir.
– ¿Quién eres? –pregunto por última vez.
El me observa, me regala una sonrisa y dice en un tono muy bajo: "Tal vez pronto lo recuerdes" y se marcha completamente, cerrado la puerta tras sí.

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Enamorandome del enemigo
RomanceElla, despierta con las manos atadas en una mugrienta habitación. No recuerda nada de la noche anterior, el dolor de cabeza nubla sus pensamientos. Ha sido secuestrada. Lo que no sabía es que su secuestrador terminaría siendo su salvador. Él, siemp...