Parte: 2

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Es jueves, me levanto temprano para asistir a la Libró Café, mi lugar de trabajo. Hoy tengo día libre en la universidad, donde estudió de 1:00pm a 6:00pm, por lo cual trabajaré hasta las 3:00pmy me tomaré la tarde libre para estudiar.

Apago la ruidosa y fastidiosa alarma y me incorporo en la cama.

Doy un largo bostezo y estiro mis brazos, estrujo mis ojos y me levanto de la cama.

Antes de avanzar al baño verificó la hora en el despertador. Son las 6:00am tengo una hora para alistarme y desayunar. Tomo mi toalla que se haya en una silla de mi habitación y me adentro al baño. Me quito la ropa de dormir y la ropa interior, las colocó en la cesta de ropa sucia, la cual ya está casi llena, debería lavar mi ropa.

Me coloco debajo de la ducha y doy un pequeño salto al encenderla; el agua está fría y esto me estremece un poco. Aplico jabón por mi cuerpo y champú en mi lacio cabello castaño. Termino de bañarme y busco en mis gavetas la ropa interior, me la coloco y busco los pantalones que me pondré con la camisa del trabajo. Me termino de vestir y me observo en el espejo de mi habitación.

Que horrible soy, pienso y río.

Me aplico un poco de polvo compacto y labial rosa en los labios, no soy de maquillarme mucho.

Observo la hora: 6:20am,  y me alivia tener todavía tiempo para desayunar. Salgo de mi habitación, me dirijo a la sala y encuentro a Érica, mi mejor amiga sentada esperándome para que prepare el desayuno. Hoy me toca a mí.

–Tengo hambre –exclama al verme. Yo solo la observo y río para mis adentros.

– ¿Qué quiere para desayunar mi dama? –digo cordial, con un muy mal y fingido acento francés.

– ¡Panquecas! –exclama entusiasta, como una niña pequeña al pedir dulces.

–Sus órdenes son deseos. –me mira y ríe. –Mierda es al revés, –noto mi error y ella ríe más fuerte –sus deseos son órdenes –corrijo, ella aun no para de reír.

Me paro frente a ella con los brazos en forma de jarra.

– ¿Ya terminaste de reírte como foca epiléptica?

A lo cual ella asiente y da una última carcajada.

Me dirijo a la cocina para preparar las panquecas que Érica quiere que haga; desde pequeñas cuando hacíamos fiestas de pijamas en mi casa, ella mostró ser muy amante de las panquecas de desayuno. Yo soy un poco más criolla y prefiero arepas con mantequilla y queso.

Saco la harina de trigo de la despensa y me coloco a preparar la masa.

– ¿Cuántas quieres? –grito para que me pueda escuchar desde la sala.

– ¡Tres! –responde.

Hago las panquecas y las sirvo, limpio la cocina y los utensilios que utilice. Agarro las panquecas y las sitúo en la mesa del comedor.

–Ya está lista la comida –digo llamando a la comelona de mi amiga.

Ella rápidamente viene y se sienta el frente de mí, en la mesa de cuatro personas del comedor.

Comemos rápidamente y nos levantamos para lavar nuestros respectivos platos.

Lavo mi plato y me secó las manos, Érica hace lo mismo.

Voy a mi cuarto y recojo mi bolso, donde llevo mis cosas personales.

Érica me espera en la puerta, salgo de mi cuarto y voy hacia la puerta del departamento para que cerrar. Subimos al ascensor y presiono el botón de planta baja. Érica no dice palabra alguna, al igual que yo, no quiere llegar tarde y está nerviosa por eso.

Enamorandome del enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora