Es mi culpa.
Pienso mientras me baño en el departamento.
No debí insistirle que saliera conmigo anoche, sabiendo las múltiples inseguridades de esta ciudad.
Estrégo mi cuerpo con el jabón, mientras las lagrimas recorren mis mejillas y se mezclan con el agua fría de la regadera.
Gracias a mí, posiblemente ella este muerta, pienso y lloro aun más.
Termino de bañarme y me dispongo a vestirme, me voy a deshidratar si sigo llorando.
Zack.
Este nombre viene a mi mente mientras trato de recordar lo sucedido anoche, la borrachera que cargaba me deja los recuerdos borrosos.
¿Pero qué tiene que ver Zack con todo esto? Hace años que no veo a Zack ni siquiera teníamos una relación cercana en el colegio, solo recuerdo que Sheyli estaba locamente enamorada de él. Y luego de mudarnos a Caracas lo lamento muchísimo, pues ella siempre tuvo miedo de acercarse a él, pero según ella, sus metas estaban delante del amor.
Termino de vestirme y escucho un pitido de notificación de mensaje.
Me acerco al celular que está en mi mesita de noche y veo una notificación de mensaje de Sheyli.
Esto me desconcierta, tanto que inmediatamente me pongo a llorar.
Abro el mensaje.
Shey:
Estoy bien, no te preocupes por mí.
Donde estoy, estoy a salvo.
Pronto te explicaré todo; está pendiente del teléfono, te llamaré dentro de unas horas.
No hables con la policía, sobre está llamada. Diles a mis padres que estoy bien.
Confía en mí.
No respondas este mensaje, espera pacientemente la llamada.
Termino de leer el mensaje y me dispongo a pensar, ¿Y si es una trampa?
Me siento en el sofá de la sala a pensar.
Llevo el teléfono conmigo y lo dejo en el sofá.
O tal vez sí es ella.
Seco mis lágrimas y respiro hondo.
Me dispongo a esperar la supuesta llamada, con ella sabré si todo es mentira o es verdad. Y sí en tal caso, el del mensaje no fue Sheyli, iré a la comisaria.
Tomo la revista que Sheyli leía antes de que yo la hostigara a salir y empiezo a hojearla.
Mientras hojeo la revista, el timbre suena.
Nerviosa, mi corazón se acelera y mi respiración está entre cortada, por el trauma de ser secuestrada también. Observo a través de la puerta y observo a los padres de Sheyli parados detrás de está con cara lúgubres y maletas a la mano.
Había olvidado el hecho que de llegarían como a esta hora, salieron en cuanto los llamé. Al parecer perdí la noción del tiempo también.
Observo la hora en el reloj de la pared y van a ser las 10:00pm, abro la puerta y los dejo pasar.
–Buenas noches, ¿Cómo estuvo el viaje? –digo al verlos pasar. Les sonrió con simpatía y sinceridad, deben de estar cansado.
La señora Selena junto a su esposo, se dirigen al sofá y allí dejan sus cosas.
–Muy bien, gracias a Dios. ¿Cómo estás tú mi niña? –dice Selena al terminar de dejar las cosa, dirigiéndose a mí.
La señora Selena siempre fue así de cariñosa conmigo.
–Por lo pronto estoy bien, ¿Ya cenaron?
–Sí, gracias. Queremos descansar.
Algo en mí mente me decía que no debía hablarles sobre el mensaje, decidí hacerle caso a la voz.
–Les preparé el cuarto de visitas –digo a los señores.
–Gracias Érica, mañana hablamos sobre el asunto de Sheyli. Este día fue un día muy cansado. –dice Eduardo mientras se estruja los ojos. –Ayúdanos a acomodar las maletas en la habitación.
Tomo las maletas y ayudo al Señor Eduardo a conducirlas al cuarto de visitas.
Los padres de Sheyli siempre me trataron bien desde que era chiquita, podría decir que son como mis segundos padres, o bien, los padres que nunca realmente tuve. A veces en las vacaciones venían a visitarnos y por eso siempre les teníamos el cuarto de visitas preparado, aunque esta razón de visita no es la más bonita.
–Yo estaré en mi habitación. Si necesitan algo, pueden tocar la puerta, aun no tengo sueño. –digo al terminar de colocar las cosas en la habitación, a los padres de Shey que se hallan en el marco de la puerta.
–Gracias mi niña –dice la señora.
Ellos terminan de entrar a la habitación.
Me despido de ellos y me dirijo a la sala.
Me siento un rato en el sofá y reviso mi teléfono.
Nada. Aun, nada.
Siento que los parpados se me cierran y decido ir a acostarme.
Tomo el teléfono y cierro la puerta de mi habitación con seguro.
Dejo el móvil en la mesita de noche y me recuesto en la cama.
¡Wow!, como repentinamente cambio mi vida en tan solo unas horas. Hasta hace poco estaba tomando con amigos en una discoteca y ahora estoy aquí, en mi habitación, esperando la supuesta llamada de mi amiga secuestrada.
Empiezo a adormecerme y el sonido de vibración del teléfono me despierta.
Tomo el teléfono y observo la llamada desde un número desconocido.
–Haló –contesto adormecida
–¿Érica? –responde una voz femenina al otro lado
–¿Quién rayos eres tú a estas horas? Déjame dormir –respondo
–¡Ay Dios! –Exclama --Idiota, soy yo. Tu mejor amiga –responde y reconozco la voz
–¿Shey? –siento como mi corazón late más rápido por la emoción.
–Si, soy yo. –responde secamente.
–Pero... Ya va. ¿Cómo me estas llamando? ¿Estás bien? ¿Cómo se que realmente eres tú? Estoy tan preocupada, por un momento pensé que era un broma o que llamaban para pedir dinero del rescate, ¿O si van a pedir dinero para el rescate?
–No, Érica. Cálmate. Estoy bien, y si soy yo. Estoy a salvo. Te estoy llamando porque este secuestro de alguna forma me está salvando la vida. Escúchame bien, personas malas me buscan para matarme en un clase de venganza o algo así y muy buenas personas me secuestraron para que no me pasara nada malo. Necesito que no hables nada de esto, ni de esta llamada con nadie, prométemelo.
–Ok... Todo es tan extraño. Shey, no entiendo nada. Bueno, esta bien. No le diré a nadie si me prometes que estas bien y no te pasará nada malo.
–Si, Érica. Estoy bien y no me pasara nada malo si no hablas con nadie sobre esto, pues las personas malas, la mayoría son policías corruptos.
Me seco el sudor de mi frente.
–Aun no entiendo nada ¿Qué tiene que ver todo esto contigo?
–Bueno de alguna forma este lío tiene que ver conmigo. –Su voz se torna más seria de lo normal, odio cuando habla así. –Érica, confió en ti.
–Está bien Shey. Me alegra que estés viva, ¡Dios! Nunca creí volver a escuchar tu voz. –sonrió, aun sabiendo que ella no me observa. –Puedes confiar en mí, sabes que nunca te defraude, ni te defraudaría.
–Si, entiendo cómo te siento pues al principio yo pensé lo mismo, pensé que moriría. Pero mira que el destino me jugo una buena jugada.

ESTÁS LEYENDO
Enamorandome del enemigo
RomantiekElla, despierta con las manos atadas en una mugrienta habitación. No recuerda nada de la noche anterior, el dolor de cabeza nubla sus pensamientos. Ha sido secuestrada. Lo que no sabía es que su secuestrador terminaría siendo su salvador. Él, siemp...