Los libros están regados en la mesa y los esferos en el piso, la luz es tenue y las cortinas se mueven al ritmo del viento en un lento vaivén que no parece cesar. El labial no está en su lugar y las marcas en el cuerpo son notables, los hematomas hechos por tu boca hacen un contraste perfecto con las estrías rojas de mis caderas, tus dientes se notan con parsimonia en mis piernas por tu poco tacto al retirar mi ropa interior. En el aire persiste el olor a ti, a mí, y aún está vivo el eco de cientos de gemidos y jadeos, la cama es una maraña de mantas y almohadas. Y yo, mi amor, yo estoy feliz y triste, estoy feliz y bañada en dicha porque una vez más hemos tenido este encuentro tan íntimo que empieza con una simple charla sobre la playa, hijos y religión, continuamos contigo consolando mi llanto y por último a mi ser siendo empotrado a tu merced y no me canso, lo disfruto. Pero hay sollozos lastimeros luego de que te vas, hay gritos y golpes, y los libros en la mesa, los esferos en el piso, la poca luz y el vaivén de las cortinas sólo hacen más tétrica y desesperante la situación, porque una vez más veo que papel tengo en tu vida, quiero convencerme de que lo mío es el drama pero no es así, ¿cierto, mi amor?, porque tu profesas amor y dolor en tu palabras, porque sigo siendo tu distracción de momento, porque me sigues cogiendo a tu antojo, llamando cada noche durante horas mientras dices "te amo" pero te niegas a cruzar la raya y entregarte a mí. Y entonces a la lejanía se escucha un crujido y ya no es la cama mientras lo hacemos, soy yo, una vez más rompiéndome en mil pedazos por completarte a ti, porque me ves en la calle y no soy nadie, pero estando solos me reclamas como tuya y me subes al olimpo, me proclamas tu diosa y dueña de tu vida. Pero no sé escapar de este círculo vicioso donde sé que merezco, pero sigo estando a tu disposición, permitiendo que me escondas del mundo con excusas vanas, mientras todo dentro de mí grita que no eres sólo mío. Y cae la noche y mis dígitos viajan a través de la ropa interior y una vez más término a tu nombre, y por último te lloro, te lloro hasta sangrar, esperando que vuelvas y nos volvamos uno en estas cuatro paredes mientras juras con tu vida que me amas, tanto como yo a ti.