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"Cuando estás cansado del día a día, cuando estás cansado de mi voz, cuando dices que saldrás por esa puerta..."

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Odiaba la sensación estrujándole los intestinos. Podría asegurar que es la peor sensación que algún ser humano puede sentir. Es decir, no era el tipo de sensación que te recorre cuando besas a una chica por primera vez o cuando estas en lo más alto de la rueda de la fortuna en Coney Island, era diferente, como terribles noticias, esas que son capaces de tirarte de un solo golpe.

Natalia no tenia ni la menor idea de lo que le ocurra al hombre frente a ella.

Cuando James pudo articular palabra, su ceño fruncido lo delató, dando por sentado que algo no andaba bien con él. Su mente traicionera comenzaba a formular mil y un cosas ante tal comentario por parte de la pelirroja.

- ¿Por qué?

Pero Natalia no se caracterizaba precisamente por ser una persona que fuese corriendo a por una caja de pañuelos cuando veía a una persona llorando o apunto de hacerlo, no, no lo era en absoluto.

- Ya, déjalo. - Le dijo, bajando las piernas del regazo masculino, procediendo a ponerse los zapatos... Ya está, lo había arruinado.

- Esto no es en serio, tú no te irás de nuevo.

- Es la única vida que conozco, James.

¿No ya había aprendido a sobrellevar una vida con él? ¿Las noches que pasaron juntos no fueron nada? ¿Y cuando tomaron la llave del apartamento veinticinco, esa que estaba en el perchero en recepción y tenia un lindo corcho de Pepsi Cola para poder usar el lugar todas las veces que les apeteciera? ¿No fue nada?

- ¿Y qué hay de mi?

Natalia volvió el rostro hacia él, negando con la cabeza para después, tomar el mentón cuadrado y muy bien afeitado entre sus manos. Obligó casi involuntariamente a Barnes a que la mirara.

- Sólo dije que estábamos planeándolo, nada es seguro aún.

- Quédate. - Le pidió en un murmuró, muriendo por dentro a la vez - Natalia, quédate, por favor.

Pero Natalia parecía pensar y pensar, dándole vueltas infinitas a sus cavilaciones. Sus esmeraldas estaba pérdidas en los magnéticos ojos de James.

- Retomé nuevamente las clases de piano, me han dicho que no va tan mal, incluso me han propuesto impartir clases con ellos a todos los veteranos que quieren retomar su vida... Es todo lo que queríamos.

- Es lo que tú siempre quisiste, Buck, algo dentro tuyo siempre lo anhelo. - Mencionó acariciando su rostro. Los ojos de Bucky comenzaban a humedeserse y lo que Natalia menos quería era aquello, porque sabía que ella también rompería a llorar.

- ¿Qué es lo que siempre quisiste tú, entonces?

- Aún no lo sé.

Tras eso, James atrajo a la mujer por la cintura y se inclino a besarle con la más pura devoción. Un gesto en el que ambos se derretian en alma. Entre la vagancia de lo embriagadora que resultaba la pelirroja, Bucky logró separarse lo suficiente para murmurarle algo sobre los labios, apenas rozándolos.

- Seriamos sólo los dos, Natalia, los dos.

Just Be || WinterWidow Donde viven las historias. Descúbrelo ahora