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"Ahí es cuando sé que te quedaras."
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Cuando era pequeño, el instrumento que más le apetecía tocar era el saxofón o la trompeta, se imaginaba a sí mismo en una banda, tocando swing con sus colegas... tocando como los grandes, se veia a si mismo como Glenn Miller. No sabe como la excentricidad de aquellos instrumentos cambio por la suavidad y elegancia de un piano. Quizás fue su madre, escuchando todo el tiempo a Chopin quien lo influenció, no sabe; cuando su mamá le dio la opción de estudiar algo simplemente eligió las clases de piano, en ninguna escuela lo admitían porque era muy desastroso y su mamá eligió canalizar toda su energía en clases extracurriculares, he ahí la razón de sus indicios a la música.

Sus ganas de ser famoso se fueron por la borda cuando la guerra se desató. ¿A que salía James Barnes por las tardes cuando no tenia empleo ni amigos? Exacto, a aquel abandonado edificio donde le había tocado a Natalia la última vez.

- He y, Buck - Le saludo un moreno, veterano igual que él. - Te has lúcido está vez.

- Gracias, Sam.

- Le he platicado a mi familia de que un compañero en la sede toca el piano y bueno, quería saber si tienes tiempo para tocar en un evento el sábado. - Aquello hizo que Bucky abriera los ojos aparentemente sorprendido. - Ellos, ellos te pagarian. La banda que tocaría se echó para atrás y bueno, eres nuestra última opción.

- De acuerdo.

Tras ello, Sam le dio las gracias y le dijo que al día siguiente le diría todo sobre su importante evento. Barnes no se esperaba en absoluto que le hiciesen tan fantástica propuesta. Habia cogido su abrigo del perchero al lado de la puerta y se decidió a salir.

Decidió caminar hasta su edificio, estaba emocionado por contárselo a Natalia. Seguramente ella también estaría contenta por él.

Subió por las escaleras mientras buscaba las llaves de su apartamento dentro de los bolsillos de su gabardina. Cuando por fin llegó y abrió, un sobrecito blanco se dejó ver en el suelo, como si alguien lo hubiese aventado por debajo de la puerta.

Se inclinó a recogerla y a abrirla posteriormente.

Era una fotografía instantánea, en ella se miraba el veinticinco en números dorados. El número del departamento en dónde solían verse por las noches él y Natalia... sí, la nota era de ella. Pinto una sonrisa que se esfumó tan pronto había osado aparecer justo cuando le dio la vuelta y miró la perfecta caligrafía femenina tras ella.

Fue un gusto conocerte.

Con cariño, Natalia R.










Fin.



















FALTA EL EPÍLOGO AHHHHHH

Just Be || WinterWidow Donde viven las historias. Descúbrelo ahora