Capítulo I

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Seguí cabalgando a lomos de Xander hasta que divisé un hostal de un tamaño considerable rodeado de varios rastreadores. Se notaba que el fuego había sido apagado hace poco, aún salía un poco de humo por la chimenea. Eran cuatro rastreadores, estaban buscando alguna señal clara de vida.

-Es extraño que el hostal siga en pie teniendo máquinas cerca. Debe de haber algún "nido" por aquí. - susurré para Xander y para mí. - Démosles una mano Xander.

Agité las cuerdas y me dirigí hacia ellos al galope. Saqué mi arco y apunté al más cercano, giró su ojo hacia mí y antes de que pudiera hacer nada, le clavé una flecha en él. Los demás se pusieron alerta. Salté y dejé a Xander seguir hacia delante, apunté al siguiente y acerté en el centro. Uno se me acercó rápidamente; a la misma velocidad que él, saqué mi lanza y se la clavé en el ojo. Solo quedaba uno. Iba a lanzarme un destello cuando Xander apareció detrás suyo y le embistió... Mientras volaba por encima mío le clavé mi arma en el costado. Empecé a registrarlos en busca de piezas; nada interesante, lo de siempre. Cuando solo me quedaba uno escuché un ruido detrás de mí. Me giré rápidamente con la lanza en la mano para ver qué había producido ese ruido. Apunté hacia el dueño de aquel ruido. Era una niña pequeña. La miré sorprendida y bajé el arma.

-¿Qué haces fuera? - pregunté poniéndome a su altura.

-Mi conejo. - dijo alzando los brazos mostrándome a un pequeño conejo blanco. - Se escapó cuando mamá me dijo que entrase.

-¿Y fuiste a buscarlo tú sola? - Asintió con una sonrisa neutral. - ¿Y tú madre esta dentro? - volvió a asentir.

-Pero cuando atrapé a Pelusa ya no podía entrar. Me escondí allí. - dijo, señalando a un montón de paja donde Xander se encontraba comiendo y anteriormente los rastreadores rodeaban.

-Será mejor que entremos. - até a Xander a un poste y terminé de registrar al rastreador en un segundo.

Toqué la puerta varias veces y no había respuesta.

-¿Estas segura que están aquí? - pregunte a la niña. Está asintió eufórica. - ¿Hola? ¿Hay alguien?

-¡Mamá! - gritó la niña a mi lado.

-¡Mi niña, esta ahí fuera! ¡Abrid! - exclamó una mujer desde dentro.

-¡Es imposible que siga viva ,Mila, había cuatro rastreadores! -vociferó un hombre.

-¡Queréis abrir la puerta ya! - reclamé molesta aporreando la puerta.

-¡Hay alguien más! - volvió a decir la mujer de antes.

Se escucharon golpes detrás de la puerta. Se abrió lentamente y la cabeza de un hombre asomó por un lado. Nos observó incrédulo y terminó de abrir la puerta. La niña corrió a los brazos de su madre y yo entré en busca de algo de comida. Pasé por al lado del hombre, un hombre alto y robusto como un armario. Me senté en la barra y observé al camarero mientras escuchaba como se cerraba la puerta.

-¿Cómo habéis sobrevivido? - preguntó el hombre de la puerta. Era la misma voz de antes.

-¡La señorita se cargó a todos los monstruos! - gritó contenta la niña, mientras acariciaba a Pelusa.

-Eso es imposible...

-Los rastreadores son uno de los menos peligrosos.- le corté antes de que siguiera hablando. -Con una lanza puedes matar a cuatro e incluso más. Sin contar que sepas manejar otra arma. - dije serena. - ¿Tienen algo de comer? - Pregunté al camarero.

-Eh... S-sí. - dijo tartamudeando. - En seguida le traigo algo... - concluyó atravesando una puerta.

***

-¿Eres una cazadora? - interrogó el mismo hombre de antes.

Yo ya me encontraba comiendo tranquilamente un poco de carne con arroz. Le observé por encima de mi hombro y vi como se sentaba a mi lado.

-No me considero tal cosa. Los cazadores son unos cazarecompensas de monstruos. Cazan monstruos para luego vender sus piezas sin saber para qué sirven. Yo cazo para sobrevivir y utilizo sus partes para mejorar mis armas y fabricar flechas. - Terminé y continúe comiendo.

-¿De qué aldea vienes? - preguntó antes de beber de su vaso. Alcé una ceja y le observé curiosa. Solté una notable carcajada y continúe comiendo. - ¿Tiene algo de gracioso lo que he dicho?

-¿Por qué tanto interés en saberlo? - dije con una sonrisa.

-Nadie aparece de la nada y no tiene aldea de origen.

-Temo llevarte la contraria en eso. Yo no vengo de ninguna aldea.

-Eso no es posible. -dijo frunciendo el ceño.

-Nací en medio de la nada, en un lugar sin nombre, en un lugar desolado por las máquinas. - respondí llevándome la última cucharada a la boca.

-¿Por qué una mujer embarazada iba a estar en medio de la nada? - una sonrisa melancolía apareció en mis labios.

-Digamos que es una larga historia.

-¿Cuál es tu nombre? - preguntó al darse cuenta de que no conocía mi nombre.

-Me llaman Alice. - respondí ofreciéndole mi mano.

-Sylas. - dijo apretandomela con la suya.

La niña corrió hacia mí y casi se tira encima mí. La cogí antes de que se cayera al suelo. Empezó a reír divertida.

-¡Yo me llamó Melody!- dijo la niña abrazándome. - ¡Gracias por salvarme Alice!

-¡Melody, ten cuidado! - la mujer de antes la retiró de mi antes de que ambas terminásemos en el suelo. - Mi nombre es Mila, gracias por salvar a mi hija. - dijo extendiendo su mano hacia mi.

-No es nada, tranquila. - respondí con una sonrisa, miré hacia abajo y vi algo que no había reparado antes.

-¿Eres un guerrero herido? - pregunté alzando mi vista hacia Sylas.

-Así es, por eso sé que, si no tienes la suficiente experiencia, estas muerto ahí fuera. - Hizo una pausa y observo su pierna con una sonrisa triste. - Hace un mes casi que me encuentro aquí, esperando que cure.

-¿Qué ocurrió? He oído que los guerreros son muy fuertes y se cuidan unos a otros... ¿Te dejaron aquí?

-Así es...

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