Capítulo III

22 3 0
                                    

Me acerqué a la puerta y me mantuve en silencio unos segundos.
-¿Quién es? - Entonces la puerta se abrió haciéndome retroceder. - Pero que...

De un segundo a otro tenía un cuchillo en mi cuello y un hombre encima mío. Unos ojos marrones me miraban con una rabia intensa.

-De pie. - dijo con voz ronca. Me empujó hacia la puerta y me llevó donde se encontraban los otros. -Esta es la última.

-¿Estas seguro? - preguntó una voz familiar. Levanté la cabeza y observé a aquella persona.

Lo reconocí rápidamente y se que él a mí también. Me conseguí soltar del agarre de aquel hombre y le robé el cuchillo. Rápidamente salté sobre él y le coloqué el cuchillo en el cuello.

-¡Qué sorpresa! ¡Alice! ¡Amor mío! - dijo con un notable miedo.

-Di algo más y será lo último que digas. - escupí con un notable rencor y enfado. - Haz que los suelten. - dije refiriéndome a sus compañeros.

-De acuerdo... Chicos ya habéis oído soltarles. - Uno a uno soltaron a todos los presentes. Sylas y un hombre ataron a los extraños. - Alice, querida, sabes que no hubiera echo esto si hubiera sabido que estabas aquí.

-No lo repetiré otra vez, cállate.

-Y ni se te ocurra volver a repetir su nombre. - dijo Sylas atándolo muy fuerte y amordazandolo. - ¿Estás bien? - preguntó cuando nos encontrábamos algo alejados de ellos.

-Eso creo. - dije tocando sin darme cuenta mi costado. Levante mi mano y la observé sorprendida. En ese momento, el hombre que me sacó de mi cuarto habló antes de que lo amordazaran.

-Veo que el narcótico ha dejado de hacer efecto y que la herida te empieza a doler. - entonces empezó a reír como un desquiciado. - Es una pena que vayas a morir en unos minutos. - de repente Amalthus se tiró contra aquel hombre y empezó a golpearlo como pudo.

No se como consiguió quitarse la mordaza y empezar a gritarle.

-¡Desgraciado! - grito lleno de rabia.

-¿Pero que te pasa? ¡Para!

-¡Has herido a mi mujer!-dijo mientras seguía golpeandole.

Empecé a verlo todo borroso y me sujeté en lo primero que pude, y aquello me sujetó fuerte mientras me decía varias veces que no me quedase dormida.







Punto de vista de Sylas.

-¡Alice! ¡Alice! ¡Despierta! - no había forma, se había desmayado. - Mierda... Milá, lleva a Melody a una habitación separada y prepara algo para curar la herida.

-¡Voy! Vamos cariño.

-¿Alice se va a poner bien?

-Claro que si, ahora vamos.

Cuando Mila me trajo algunas cosas para curar a Alice, yo ya me encontraba en una habitación y el revuelo de los asaltantes había sido calmado.
Intenté cerrar la herida como pude, era una de las ventajas de haber sido guerrero, todos sabíamos algo de medicina. Al principio tuvo algo de fiebre pero a la hora se le pasó.

Seguía algo preocupado por su estado pero, había algo que no conseguía sacar de mi cabeza. ¿Su mujer? Me levanté lentamente de su lado y caminé hacia donde se encontraban atados. Me situé al lado de aquel tipo y me agaché. Abrió los ojos al sentirme a su lado. Lo levanté y lo llevé a una habitación vacía, le quité la mordaza y le pregunté.
-¿A qué te referías con tu mujer?

-¿Está bien? - preguntó rápidamente.

-Sí. - Me limité a decir. - Ahora responde.

-Ella se casó conmigo. - dijo "orgulloso".

-¿Está casada contigo? - pregunté dudoso.

-Bueno... - iba a responder cuando una voz le interrumpió.

-Lo estábamos. - me giré y vi a Alice apoyada en el marcó de la puerta. - hasta que conseguí deshacer aquel maldito acuerdo que decidió mis abuelos y tus padres. - dijo llena de rencor.

-¿Un acuerdo?

-¡Eso es mentira! ¡Yo te amo! -empezó a gritar.

-Pero yo a ti no y no puedes obligar a una persona a sentir algo que no siente. - dijo girándose para marcharse.

-De vuelta a la sala campeón. - dije tapándole la boca de nuevo. Lo dejé donde antes y volví a donde estaba Alice antes.

-¿Estas mejor? - pregunte entrando.

-Eso creo. Digamos que no es la primera vez que me pasa esto. - una pequeña risa salió de sus labios.

-Cuando te vayas, ¿A dónde irás? - pregunté sentándome a su lado.

-No lo sé, supongo que donde me necesiten.

-De acuerdo. Entonces será donde nos necesiten. - sentencié seguro.

-¿Qué?

MáquinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora