Capítulo IV

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-Iré contigo. - sentenció seguro.

-¿Irás conmigo? - dije riendo como si de un chiste se tratase. - Lo siento, pero no podrías seguir mis pasos.

-¿Quién lo dice? - alcé una ceja, me encogí de hombros y reí.

-Adelante, inténtalo.

Durante un par de días me quedé en aquel hostal para que mi herida se curase del todo. En uno de esos días apareció la "ley" de esta era. Se llevaron a los tipejos y prometieron encerrarlos, cosa que dudo mucho. De un día para otro Sylas ya tenía un caballo con silla y preparado para ponerse en marcha en cualquier momento.

-¿Listo?- pregunte la mañana del octavo día cargando las mochilas para dejarlas donde estaba Xander y pasando por el salón donde estaba Sylas despierto charlando con Jack.

-Dejame un momento para coger las cosas. - dijo levantándose y saliendo de la estancia.

Me dirigí hacia donde se encontraba Xander y colgé las mochilas en su costado de nuevo. Iba a volver dentro para comer algo antes de salir cuando escuché el crujir de las ramas y el característico sonido del roce del metal cuando una máquina se mueve. Rápidamente saqué mi arco y apunté hacia ella. Me quedé petrificada unos segundos hasta que escuché a Xander relinchar. Un chasqueador solo. Las máquinas nunca van solas, como mínimo en parejas pero nunca solas. Me fije en ella y era distinto a lo que estaba acostumbrada. Continuaba con el arco tensado buscando su punto débil. Entonces escuché el chirrido de la puerta y alcancé a ver a Sylas por encima de mi hombro.

-Cuando quie...- empezó a decir hasta que alzó la vista.

-No te muevas...- susurré en un tono casi inaudible pero que él llegó a escuchar.

Observe a todo mi alrededor, si fuera una pradera me sería más fácil pero aquí...

-Oie Sylas...- oí una voz de niña. Entonces el chasqueador empezó a moverse y Melody gritó.

-¡A dentro!¡Ya!- grite mientras disparaba al chasqueador en el costado y este tropezaba y ponía una rodilla en el suelo.

Volví a tensar el arco pero está vez con una flecha más resistente. Cuando iba a disparar, una espada salió disparada hacia un cabeza y se clavó en ella. Pero la máquina seguía viva.

-¿Así tratas los regalos?- grité mientras volvía a disparar y hacia que se frenara otra vez.- ¿Qué demonios es esto...?- dije un tanto preocupada.

-Es un chasqueador.- dijo con tono de obviedad .

-Si lo fuera se habría muerto a la primera flecha de este tipo. Llevo tres y necesitaré otra más.- respondí un tanto molesta.

Con una cuarta flecha cayó en el suelo y entonces saqué mi lanza y se la clavé en el costado haciendo que se muriera. La empecé a observar a aquella máquina para comprobar si era lo que yo imaginaba.

-Pero que...- empecé a rebuscar y encontré diversas piezas. Escuche a Sylas sacar la espada.

-¿Qué ocurre?- preguntó al ver mi rostro.

-Es un mestizo...- susurré en un tono que nisiquiera pude escuchar yo por el sonido de mis pensamientos, pero al parecer él si lo escuchó.- No es un mestizo cualquiera. Es una mezcla.- dije segura de ello.

-¿Una mezcla?- preguntó.- Se que existen mestizos de máquinas pero mezclas...

-Alguien o algo se está dedicando a mezclar máquinas. Tengo que hablar con Rex.- dije terminando de registrar la máquina.- Vamos, no hay tiempo.

-¿A dónde vamos?- preguntó colocando sus cosas en su caballo.

-Iremos a hablar con Rex.- sentenció la castaña.

-¿Rex?-

-El hombre que me crió.-

Después de prepararnos para el viaje, comer algo y despedirnos. Subimos a nuestros respectivos caballos. Fuimos a un galope suave para no alertar a cualquier máquina que se hallase cerca. En general el camino fue tranquilo, tardamos unos cinco días en llegar al poblado donde se encontraba Rex.

Llegamos a la puerta del poblado y los guardianes de la puerta alertaron nuestra presencia.

-¿Quién anda ahí?- grito un muchacho de piel oscura mientras se asomaba para vernos.- ¡Abrid la puerta!¡Es Alice!- volvió a gritar hacia dentro.

- Veo que eres famosa.- Bufó Sylas.

-Se podría decir que sí.

La puerta se abrió lentamente dejándonos pasar a ambos. Cuando pasamos observé el poblado, había mucha más gente. El Festival de Otoño se acercaba, era normal que viniera gente de otros lugares. Bajamos de los caballos y los guardamos en los establos, entonces me dirigí hacia uno de los hombres que abrió la puerta.

-Disculpe, estamos buscando a Rex. ¿Sabes si esta ahora en su casa?- pregunté al acercarme a él. Cuando escuchó aquel nombre pareció tensarse.

-¿Hablas del viejo Rex?- asentí levemente.- Me temo que no lo encontrareis aquí.- dijo un tanto triste.

-¿Ha salido? No suele perderse ningún festival.

-Él... Ha desaparecido.- ante sus palabras no pude decir nada.

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