Capítulo II

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-Hace más de un mes nos topamos con un grupo de rastreadores. Nos confiamos y atacamos, pero entonces, de entre la maleza, aparecieron varios chasqueadores y nos atacaron. Varios murieron en el combate, otros huyeron al ver la gran cantidad de máquinas juntas; yo tuve la suerte o la desgracia de ser el único herido. Cuando conseguimos salir de allí, nos encontramos con este lugar. Durante unos días nos quedamos aquí para descansar y, a la cuarta noche, mientras dormía, se marcharon. Me dejaron una nota diciendo que sería un estorbo, que ya no serviría como antes. Me trataron como una... máquina. - esto último lo dijo mirando hacia donde había una ventana tapada con tablones. - Se marcharon y no han vuelto, Mila y su marido me han dejado quedarme aquí hasta que yo crea que estoy curado del todo.

-Tu solo podrías haber podido contra los cuatro rastreadores incluso herido, ¿por qué no saliste a pelear?- pregunte curiosa.

-Cuando se marcharon se llevaron mis armas y solo me dejaron un cuchillo inútil, ni siquiera esta afilado. - dijo esto último riendo un poco.

Le observé curiosa y recordé las palabras de Rex. "Si tienes, ofrece. Si te falta, busca. Si puedes, hazlo.". Lo pensé unos minutos mientras observaba a Melody jugar con pelusa.

-¿Qué armas necesitas? - dije alzando mi rostro hacia el suyo.

-¿Qué armas necesito? - preguntó dudoso.

-Sí, ¿Qué armas necesitas para poder volver a pelear?

-Con una lanza o una espada me serviría y en el caso de poder conseguirla, una ballesta.

-De acuerdo. - Me puse en pie y caminé hacia la puerta.

-¿A dónde vas? - preguntó desde la barra poniéndose de pie. - Le ignoré y salí por la puerta, cerrándola tras de mi.

El sol estaba en todo su apogeo y brillaba un poco fuerte. Caminé hacia Xander y rebusque entre las mochilas que tenía colgadas en su lomo. Rasque su cabeza cariñosamente mientras buscaba con la otra mano.

-Lo que yo pensaba. - susurré levemente.

Me dirigí hacia el cuerpo de un rastreador y le quité algunas piezas que no suelo utilizar mucho. Me senté en el suelo y empecé a trastear un poco. En unos cuarenta minutos monte algo parecido a una espada. Aunque no lo parecía, era bastante sólida. La probé un poco y servía. Pesaba un poco para mi, pero supuse que para él sería una pluma. Guardé las piezas sobrantes y me dirigí otra vez hacia el hostal. Justo en ese mismo momento Sylas abrió la puerta y se chocó conmigo. Me preparé para sentir un poco de dolor al caer, pero no lo llegué a sentir en ningún momento. Abrí mis ojos sintiendo una mano en cintura y sin sentir el peso de la espada. Lo que yo pensaba, una pluma. Me puse bien rápidamente mientras colocaba mi arco en su sitio.

-¿Estás bien?

-Creo que si, aunque casi haces que me clave tu espada. - dije sonriendo.

-¿Mi espada? - preguntó mientras la miraba raro.

-Aver, se que no es la mejor espada. Pero es muy sólida y está muy afilada. Puede matar máquinas como cualquier otra. - dije orgullosa.

-¿La has echo tu?

-Así es. - respondí orgullosa.

- ¿En poco más de media hora? - preguntó incrédulo.

-Así es. - volví a decir. - Toda tuya.

-¿Por Qué? - preguntó serio.

-Todo guerrero necesita un arma. Y ahora si me disculpas necesito encontrar donde dormir esta noche. - pasé por su lado y me dirigí hacia Milá para hablar con ella.

Después de discutir durante quince minutos accedí a quedarme esa noche sin pagar nada por haber salvado a su hija. Me dieron una pequeña habitación con una cama y un escritorio pequeño. Salí fuera para coger todas las mochilas que tenía Xander y guardarlas en mi habitación, le dejé agua y algo de comida. Lo único bueno que tenían las máquinas era que no atacaban a los animales, por ello Xander estaría a salvo fuera. Deje mi arco y lanza al lado de la cama; dejé encima de la mesa una de las mochilas. Saqué todo lo que había dentro y empecé a ordenar los objetos y fabricar algunas flechas. Cuando terminé dejé la mochila en el suelo y me dispuse a dormir cuando llamaron a mi puerta. Observé extrañada la puerta y me dirigí hacia ella.






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