Capítulo XI

12 3 0
                                    


-¿Más gordo...? -inquirió Jhon.
-Sí... Si me hubieran reconocido en los calabozos no estaría aquí ahora mismo... -murmuré preocupada.- Ahora mismo soy su principal problema y por ende, su objetivo. Tomás se acercaría demasiado y lo aprovecharon.
-Odio corregirte, realmente me encanta, pero ahora Somos su principal problema. Estamos todos juntos en esto. - dijo Sylas.
-El cojo tiene razón, estamos todos en esto. -añadió Amely.
-Pero que ya no estoy co...- intentó hablar Sylas pero le cortaron.
-Teniendo en cuenta la situación actual debemos actuar rápido. -continuó Amely. -Deberías salir esta noche.
-Pero las máquinas... -murmuró Dix.
-No son un problema, me se sus rutas de memoria, si seguimos mi camino no deberíamos toparnos con ninguna. -Comenté intentado tranquilizar a Dix.
-Pero, si son capaces de controlar las máquinas... -empezó Sylas.
-Pueden haber cambiado sus rutas. -concluyó Jhon.
-Pues sólo nos quedará aplastarlas como insectos. -comentó Amely.- Preparaos, esta noche saldremos.
-¡Sí!- respondieron sus hijos. Sylas se limitó a asentir y yo salí de la estancia.

Debía prepararlo todo en unas diez horas, tiempo de sobra pero quería intentar algo. Me encerré en mi cuarto durante unas cuantas horas que parecieron minutos. Cuando me di cuenta era la hora de almorzar, me levanté de la silla y estiré un poco. Me dirigí a la puerta pero cuando pose mi mano en el mango llamaron desde el otro lado. Me limité a abrirla y ver que Amely se encontraba ahí con un plato de comida.

-Tienes que comer algo.- sentenció con el ceño fruncido.
-Sí mamaaa...- conteste cogiendo el plato y haciendo espacio en la mesa que estaba llena de trastos.
-¿Qué planeas? - cuestionó mirandome fijamente. - Si algo te pasa Rex me matará.
-No pasará nada y lo sabes. Mis planes siempre... Casi siempre acaban bien. -respondí mientras comía.
-Más vale que eso siga en pie, porque si no... -tomo aire y lo soltó de golpe.- mejor me voy antes de que me hagas tener canas y arrugas niñata.
-Lo que tu digas mamá. -contesté risueña.
-¡Eres adoptada!- gritó entre risas por el pasillo.
-¿Adoptada? -preguntó una voz familiar desde la puerta. Era Sylas.
-Una pequeña broma que tenemos entre nosotros. -respondí riendo. -¿Qué te trae por aquí barbudo? -inquirí curiosa.
-Me faltan unas piezas para la ballesta pero no estoy ni siquiera seguro si esta bien hecha.
-¿Puedo verla?
-Claro.

La observé detenidamente, tenía pinta de estar bien hecha pero algo no me cuadraba.

-¿Has probado a disparar?
-No me he atrevido.
-Virote por favor.-dije extendiendo mi mano hacia él.
-Virote.

Cargué la ballesta y parecía que todo iba bien. Entonces apunte a una diana que tenía en mi cuarto y me di cuenta del fallo. Al disparar, el virote acabó treinta centímetros al lado de donde había apuntado.

-Este resorte está mal colocado, debería ir un poco más a la izquierda. -murmuré moviendo el resorte. -Ahora debería funcionar. Virote.
-Virote.

Apunté y esta vez el virote donde debía.

-Listo. Ten cuidado de que no se mueva ninguna pieza y todo irá bien.
-¿Confíes en tu plan?- Preguntó Sylas sorprendiendome.
-Si no confío yo, ¿quién lo hará?-respondí mirándole a los ojos.
-Nosotros.- sentenció serio sin apartar la mirada.

Después de unos segundos de silencio que parecieron horas decidí reaccionar. Aparte la mirada bruscamente y fuí a recoger los virotes de la pared.

-¿Necesitas algo más? - pregunté un tanto inquieta.
-Puede ser. - comentó acercandose a mi y cogiendo los virotes de mi mano para guardarlos. -Y tu, ¿necesitas algo?
-¿Yo? Que yo sepa no. -respondí confusa.

Colocó una mano en mi rostro y sonrió con melancolía.

-Si cambias de idea estaré en mi cuarto.

Y se marchó, sin poder dar una respuesta se fue. Sylas solía ser una persona tranquila pero se le veía tenso, como si un plan le hubiera fallado, un plan que lo era todo para él. Automáticamente salí de mi cuarto y fui tras él, tarde poco en divisarlo delante mío.

-Sylas. - el nombrado se giró sorprendido- ¿Qué ocurre?

Soltó una pequeña risa y se empezó a acercar a paso lento.

-No se te escapa una. -murmuró levemente.
-¿Qué plan ha fallado? -llegó a mi lado y alzó una ceja divertido. Me sacaba una cabeza e incluso más. Volvió a posar una mano en mi rostro y me miró directamente a los ojos.

Por unos segundos me sentí desprotegida y al mismo tiempo la persona más segura del universo. Su presencia me hacia sentir segura y a la vez hacia que me sintira desprotegida para él.

-El gran plan que ha fallado... -murmuró con diversión. - Uno de los planes más importantes de mi vida se podría decir.
-¿Y cuál es?- inquirí inquieta.
-Enamorarte. -susurró con la mirada triste y perdida en mis ojos.

Me quedé completamente muda, por primera vez en mucho tiempo no sabía que hacer y él lo noto. Deslizó lentamente la mano hasta retirarla de mi rostro y sonreír con tristeza.

-Lo que yo pensaba, el plan ha sido un desastre. - y se marchó, dejándome allí desorientada en el pasillo de la posada.

Puse rumbo a mi habitación, llegue a ella y cerré la puerta. Me deslice por ella hasta quedar sentada en el suelo observando a la nada. No tuve tiempo a responder, ni a pensar. Todo ocurrió en cuestión de segundos, cualquiera diría que si tuviera mis sentimientos claros hacia él habría reaccionado al instante. Pero no es así, se que me he enamorado de ese tranquilo hombre que irrumpió en mi vida sin permiso. Pero lo que yo no sabía era que él sentía lo mismo, y como lo iba a saber si solo me centre en Rex... Él era mi prioridad ahora mismo y fui tan estúpida de no ver lo que ocurría a mi al rededor. Escondí el rostro en mis rodillas y allí me dormí, pensando en lo estúpida que fui y como tendría que arreglar todo ese desastre.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 30, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

MáquinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora