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Si la atmósfera de Sandringham era incómoda, en Park House el clima se volvió intolerable cuando el pequeño mundo de Diana se hizo añicos. En septiembre de 1967, Sarah y Jane partieron rumbo al colegio pupilo en West Heath, Kent, situación que coincidió con el desmoronamiento del matrimonio Spencer tras catorce años de vida en común.

Ese verano, decidieron separarse de manera temporaria. Esa decisión fue como si "hubiese caído un rayo" sobre Charles. Además, sacudidó a ambas familias y a su entorno. Esta situación no era en absoluto común, ni siquiera para una familia propensa a hacer una crisis de un drama. Recordaban que su boda, en 1954, se había anunciado como "el acontecimiento social del año" y había gozado de la adhesión de la Reina y de la Reina Madre. Por cierto, en sus días de soltero, Johnnie Spencer había sido la atracción del condado. No sólo era el heredero de la fortuna de los Spencer sino que además había servido a su patria con gran mérito como capitán de los Royal Scots Grey durante la Segunda Guerra Mundial y, en su carácter de asistente de la Reina, había acompañado a la Reina y al príncipe Philip durante su histórica recorrida por Autralia poco tiempo antes de casarse.

La sofisticación de aquel hombre doce años mayor fue sin duda alguna, parte de la atracción que sintió la honorable Frances Roche, hija del cuarto barón de Fermoy, que a sus dieciocho años se presentaba por primera vez en sociedad. Con su belleza, vivacidad y afición a los deportes, Frances atrajo a muchos jóvenes aquella temporada, entre los cuales se encontraban el oficial Ronald Ferguson, padre de la duquesa de York. Sin embargo, fue Johnnie Spencer el hombre que conquistó su corazón y, después de un breve noviazgo, se casaron en la abadía de Westminster en junio de 1954.
Es evidente que se tomaron en serio las palabras del obispo de Norwich. Nueve meses después de que dijera "están sumando una familia a la vida de nuestro país de la que depende la vida de nuestra nación por encima de todas las cosas", nació la primera de las hijas, Sarah. Se instalaron en la campiña; Johnnie estudiaba en el Royal Agricultural Collage de Cirencester y, después de una incómoda temporada en la residencia de Althorp, se mudaron a Park House. En unos pocos año levantaron una finca de trescientras hectáreas, que en gran parte se pagó con las veinte mil libras de la herencia que Frances recibió.
Por debajo de la armonía doméstica y la felicidad conyugal no tardaron en generarse tensiones. Era mucha la presión que ejercían sobre ellos para que dieran a luz a un heredéro varón y, además, con la madurez que le dieron los años, Frances sentía cada vez más que el estilo de vida que en su juventud le había parecido muy urbano ahora le resultaba aburrido y frustante. El difunto conde Spencer una vez se pregunto: "¿Cuántos de esos catorce años fueron felices? Hasta que nos separamos pensé que todos. Pero estaba equivocado. No nos peleábamos, pero nos fuimos distanciando".
A medida que aparecían las primeras fisuras en aquella fachada de unión y armonía, la atmósfera de Park House se resentía. En público todo era sonrisas; en privado, la historia era otra. Si bien los silencios paralizantes, las discuciones acaloradas y la palabras amargas sólo son materia de conjeturas, el efecto traumático que todo esto tuvo en los niños es por demás evidente. Diana recuerda claramente haber prescenciado una discución muy violenta entre sus padres desde el lugar donde se refugió, tras la puerta de la sala de recepción.
El catalizador que desencadenó aquella violenta discución fue la aparición de un comerciante adinerado, Peter Shand Kydd, que acababa de regresar a Gran Bretaña desde Australia, donde había vendido una hacienda de ganado ovino. Los habitantes de Althotp conocieron a ese empresario extrovertido, educado en la universidad, y a su esposa artista, Janet Munro Kerr, en una cena en Londres. Acordaron ir a esquiar juntos a Suiza en las vacaciones, lo que dio un giro en sus vidas que resultó ser fatal. Peter, un divertido bon vivant con una vena bohemia muy atractiva, parecía tener todas las cualidades que a Johnnie le faltaban. En medio del fragor de esta nueva relación, Lady Althorp, once años menor que Peter, no advirtió sus arranques de malhumor y momentos de depresión. Eso sucedería más adelante.

DIANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora