Las luces tintineaban por los locales, las brisas heladas se colaban por su bufanda y debajo de su falda, la oscuridad era lo menos importante con tanta vida en las calle; Mónica mantenía una animada conversación con André sobre las compras que harían para esa navidad.
El muchacho le enumeraba las ideas que tenía para Lucy, al mismo tiempo, ella le respondía las que tenía para su amiga. Como se esperaba, tendían desviarse del tema y hablar de cosas fuera de contexto solo para reírse. En medio de su conversación, chocó con una persona parada en el semáforo de transeúntes. Se disculpó con un susurro y aceleró su paso para alcanzar a André.
Sin embargo, paró su paso de golpe al recordar el rostro de la persona. Conocía esos ojos esmeraldas. Dio media vuelta con rapidez y alzó su mano con energía.
—¡Jared! —Una segunda voz femenina se mezcló con la suya.
Con lentitud, Mónica bajó su mano. Del otro lado se encontraba Lucille, quien mantenía ese estilo elegante y no paraba de sonreír. La muchacha castaña soltó una sonrisa mientras miraba al piso, en esta realidad no tenía oportunidad. Regresó sobre sus pasos para alcanzar a su amigo, cuando un disparo se escuchó.
O tal vez, sí la tenía...
Sintió como su cerebro rebotó dentro de su cráneo, seguido de un leve mareo, tomó asiento sobre su cama y cerró los ojos con fuerza, para recuperarse un poco. ¿Qué cosa tan rara había pasado? En esa fecha, ella nunca había chocado con él ni mucho menos haber escuchado a Lucille gritarle.
—La mente es muy rara cuando se lo propone —musitó, seguido de bostezo.
La puerta se abrió de golpe, donde la melena rizada y rojiza de su hermana se hizo presente. La pequeña esbozó una brillante sonrisa, al verla levantada.
—Mamá dice que te cambies, te laves los dientes y bajes a desayunar —informó la niña con tranquilidad. A lo cual, los ojos de Mónica se entornaron con confusión—. También dice que si quieres ir al hospital para ver a tu amigo, debe ser en la mañana. Porque hoy es el cumpleaños de Taylor y debemos estar listos antes de las cinco de la tarde.
—¿Me va a acompañar? —preguntó la muchacha mientras se bajaba de la cama.
—¡Sí! ¡Yo también iré! —contestó Jocelyn con entusiasmo.
Mónica sonrió y asintió, así su hermanita salió volada de la habitación.
—Solo son sueños —susurró Mónica mientras buscaba ropa en su cómoda—. No es como si hubiera un mensaje subliminal detrás de ello.
Con paso indeciso, Mónica se encontraba frente al hospital. La mano de su madre sobre su hombro, trataba de tranquilizarla, de un momento a otro se sentía tan acobardada y con trabajo subía las escaleras del lugar. Por fin llegaron a la entrada, la muchacha inspiró con profundidad. Tenía que verlo o no podría estar tranquila. Una inyección de valentía atravesó su cuerpo. Se adentró al lugar, dispuesta a encontrar la habitación sin ningún obstáculo.
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Time after time
Romantik«Si te dijera que tengo la capacidad de cumplir un deseo, ¿qué me pedirías?» El final de una amarga historia de amor, es el comienzo de esta tragedia, con peores resultados que un simple corazón roto. Al toparse con una extraña de apariencia extrava...