21 de diciembre. 4 días para navidad.
Había mucha información para entender y mucha más para aceptar.
La medianoche era marcada con exactitud, a su alrededor los demás dormitaban gracias al agotamiento, donde la oscuridad y las bajas temperaturas los ahogaba. Lucille abrazó más el abrigo que Ethan le había prestado, mientras titiritaba del frío y temblaba por otra razón.
El repentino cambio de actitud de esa muchachita, palabras que poco a poco derrumbaban algo que, en apariencia, era sólido. Situaciones que apenas comprendía y dolores innecesarios.
Todo parecía sacado de un mal libro de fantasía, nada tenía sentido.
Sintió un nudo en la garganta, trató de tragarlo mientras negaba que sus lágrimas salieran. Se refugió en el abrigo, su mente le enseñaba las situaciones que sucedieron después de ser salvada... al menos, ahora entendía que Jared no la dejó por un enamoramiento a primera vista.
—Demonios —musitó con la voz quebrada—, ahora me siento peor.
El nudo volvió a aparecer en su garganta, solo que esta vez, sus lágrimas fueron más rápidas. Sollozos silenciosos la acompañaron esa noche.
A pesar que el estrés los dominaba a todos, Rosalina era la más tranquila de los presentes, cabía mencionar que el solo estar al lado de Jeremy, le daba una enorme serenidad a él. Debido a eso, los padres de la muchacha permitían que acompañara a su novio al hospital. Por supuesto, iban y venían al hospital de forma periódica para chequear el estado de su hija.
Por lo que Lucille no pudo evitar sonreír con una pizca de envidia, al ver a ambos adultos mantener una conversación con su hija, a demostración de su preocupación.
Aquella pequeña herida que se formó el día anterior, se profundizó un poco más. Rosalina tenía a Jeremy y a sus padres, Jeremy —a pesar de tener a sus padres lejos— contaba con Rosalina, Jared contaba con Ethan, a su vez, Ethan debía de contar con alguien porque no se le veía tan desamparado como ella.
Refugiada en el mismo abrigo, se levantó y decidió caminar sin rumbo por el edificio.
Lo que antes era un cálido refugio en esa fábrica de sufrimiento, de la noche a la mañana, se convirtió en un centro de inseguridad. Todavía no sabía cómo afrontar a aquella mujer castaña, claro, tampoco tenía el suficiente valor para verla. Una sonrisa llena de ironía se formó en sus labios, como deseaba revertir todo y salir de esta inverosímil situación.
«Entonces pídeme un deseo y es muy posible que lo cumpla. Quizá soy un hada.»
Sus ojos se abrieron con exageración en el momento que su mente reprodujo esas palabras.
—Tengo un deseo —musitó.
Esa conversación que en su momento parecía solo levantarle el ánimo, llevaba una enorme carga de por medio.
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Time after time
Romans«Si te dijera que tengo la capacidad de cumplir un deseo, ¿qué me pedirías?» El final de una amarga historia de amor, es el comienzo de esta tragedia, con peores resultados que un simple corazón roto. Al toparse con una extraña de apariencia extrava...