"Escape nocturno" (2/2)

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Mabel y Ray siguieron un sendero de tierra que los llevó hasta un campo abierto, siendo este cercado por los mismos árboles de pino. En el cielo se podían admirar las estrellas y a la luna; desde esa posición, Mabel podía jurar que la luna estaba justo encima de su cabeza. Ray soltó su mano y caminó un poco más para luego sentarse en el centro de aquel campo.

Paulatinamente, un enorme grupo de luciérnagas empezó a llenar el lugar, haciendo un inigualable espectáculo de luces. Ray tocó algunas de ellas y estas cambiaron el color de su luz, variaban entre el azul, el rojo, el verde y el violeta. Mabel miraba todo eso maravillada. Llegó junto a Ray y se sentó a su lado.

—¿Cómo es posible que hayas podido hacer todas estas cosas? —sin creer nada de lo que veía, le dirigía una mirada curiosa junto con una sonrisa de satisfacción.

—Es como un sueño, ¿cierto? —rio.

Mabel decidió seguir el juego y pensar que nada de eso era real. Después de todo, no tenía explicación, a menos de que las luciérnagas tuvieran ese efecto en el particular pueblo de Gravity Falls.

—Sí, lo parece —sonrió.

El cansancio la invadió de pronto. Recargó su cabeza sobre el hombro de su amigo.

—¿En qué piensas? —preguntó de manera inocente mientras ambos miraban el cielo infinito que se encontraba encima de ellos, con la luz de la luna reposando sobre ambos.

El aire recorría sus cuerpos y el pelo de Mabel era ondeando por el mismo.

—Pienso en que... actúas extraño —chistó—. Aunque de todas formas sigues siendo mi mejor amigo. No importa que es lo que tengas o seas, eso nunca cambiará las cosas entre nosotros.

Ray sonrió y se recostó en el césped, Mabel imitó su acción. El chico volteó para poder verla mejor, ella hizo lo mismo: ambos quedaron de frente y veían los ojos del otro.

De repente, no había nada más que ambos: el Universo entero pareció haberse detenido; no había sonido alguno, el viento dejó de fluir y las luciérnagas detuvieron el vuelo que quedaron estáticas en el aire.

—¿No sientes como si... nada se moviera? —sin dejar de mirarlo, pudo notar la falta de movimiento a su alrededor.

—Sí. Es realmente mágico, ¿no crees?

Mabel y Ray dejaron que el silencio reinara un rato. Miles de pensamientos rondaban en la cabeza de la castaña mientras Ray no paraba de verla. Un ligero rubor se presentó en sus mejillas, movió uno de sus cabellos que le tapaba el rostro y lo colocó detrás de su oreja.

Ella sintió que era el momento de destapar toda la verdad, quería saberlo..., necesitaba saberlo.

—¿Ray?

—¿Sí, Mabel?

—¿Qué es lo que sientes?

Hubo un poco de silencio. Ray sonrió por dentro con una expresión de alegría única en su rostro. Contestó.

—Una emoción que no tenía desde hace mucho tiempo. Un sentimiento inigualable, causante de dolores y glorias; consecuencia del afecto y el tiempo. Siento que tras años de espera y de esfuerzo, por fin tengo a mi lado a la persona indicada. Eso siento, Mabel..., ¿y tú?

Mabel no dijo nada al momento, estuvo pensando un buen rato sobre ello. Tenía a Ray frente a ella y no estaba segura de si aquello era real o un sueño, y si este último fuera el caso (pensaba que era lo más probable), pues no perdía nada admitiendo algo que residía en ellos últimamente.

— Ray..., yo siento —suspiró con pesadez. El ambiente no era incomodo ni tenso, solo que Mabel no hallaba las palabras para expresar lo que quería decir—... que eres alguien único y, de no ser por ti, no sé qué sería de mí en este momento. Me sacaste del hoyo en el que pude permanecer estancada, pero llegaste para sacarme —escondió su mirada, estaba un poco asustada. El nerviosismo la invadía y su corazón palpitaba con fervor—. Ray..., no sé si esté preparada todavía, pero... quiero decirte que... que...

Gravity Falls: La venganza es la Clave.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora