O c h o

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Amaba lo que hacía.

Ser estatua humana era un hobbie del cual tenía tiempo sólo los domingos por las tardes cuando me iba a la plaza en donde las personas se reunían a escuchar buena música y también a apreciar el buen arte. Yo era otra artista más, amaba hacer esto, la gente siempre lo admiraba y estaba contenta con la manera que la gente disfrutaba cada momento.

Estaba justo en ese momento. Las personas me daban algunas monedas, aunque no era con ese fin que yo hacía esto. Algunos niños disfrutaban de una foto y era por ellos que yo amaba hacer esto. Ellos parecían tan curiosos sobre el mundo y tan llenos de alegría al descubrir tantas cosas.

Mi cuerpo se calentó al sentir una mirada, era un poco descabellado decir esto, ya que habían muchos ojos sobre mi, pero aquellos ojos se sentían aún más intensos. Siempre habían sido así, desde la primera vez que lo ví, desde la primera vez que me vio. No podía moverme como normalmente una persona lo hace, evidentemente porque estaba siendo una estatua humana, pero quise moverme y verle, ver sus ojos, estaba segura que ahora mismo estaba sonriendo. Se posó en frente mío y casi quise sonreír, él siempre tenía ese efecto en mí.

Joder, podía recordar sus palabras.

F l a s h b a c k

—¿Estás acaso queriendo apostar conmigo señorita?
Me dijo sonriendo, abriendo sus ojos se encontró con los míos y no pude evitar sonreír.
Lleve una mano a su rostro y le acaricie. Harry era hermoso y no podría decir que era lo que más amaba de él, habían un montón de cosas por las que estaba enamorada de este tipo.
Era Sábado por la tarde y los sábados por las tardes eran nuestros favoritos, pasábamos tanto tiempo en el suelo escuchando música, leyendo libros, hablando de todo y a veces sólo acariciandonos, incluso habían días de silencio y estoy segura que los silencios nunca se sintieron tan bien. Solo cuando eran con él, solo cuando era él.
Esta tarde acabábamos de tomarnos un café y ahora él estaba acostado en mis piernas. Era mi posición favorita para hablar; cuando podía enredar mis manos en su cabello y el cerraba sus ojos y se relajaba.
—Nop.
Alargue la "p" y sonreí en el proceso, luego me apoye contra la pared y le miré. Luego se levantó y sentándose a mi lado me dijo.
—Un día de estos llegaré a verte y querrás sonreír.
—¿Estás tan seguro?
Pregunté sin dejar mi sonrisa, él era un chico perfecto.
—Simplemente lo sé, me verás allí y se vendrá esta conversación a tu cabeza, querrás contener la sonrisa y no podrás— se acercó a mi y acaricio mi mejilla— Oh nena, amas mi rostro, cada vez que sonríes puedo notar lo enamorada que estas de mi.
—Eres el jodido chico más arrogante que jamás conocí.
Sonrió y note en sus ojos lo sabedor que era de mi enamoramiento por él y no pude evitar sonreir, luego unió nuestros labios.

F i n d e l F l a s h b a c k

Y estaba en lo cierto, porque eso mismo quería hacer ahora mismo. Sonreír hasta que mis mejillas explotaran y lo logró, porque una sonrisa se apareció en mi rostro.

Estuvo observandome un momento, inclinó su cabeza y me miró, complacido de que había ganado. Se adelantó unos pasos y de alguna manera note que las personas sólo le observaban. No me moví ni un poco pero luego su rostro cambio, estaba realmente observandome y yo sentía mi corazón calentarse.
Se acercó más y me tocó, tocó mi mejilla y luego se alejó unos pasos. Sonrió e hizo algo de lo que no estaba ni enterada.

Se inco justo en frente mío y extendió su mano, él llevaba una cajita de terciopelo, la abrió allí y lo vi. Vi un anillo. Escuche suspiros y algunos grititos de personas a mi alrededor, la verdad no importaba nada, sólo sentí lágrimas derramandose sobre mis mejillas y no pude moverme, sólo quería sonreír y llorar.

—¿Quieres casarte conmigo?
Pregunto y solamente cambie de posición, extendí mi brazo hasta que estuviera al frente de mi cuerpo y puse mi mano justo como para que él pusiera el anillo allí, incline mi cuerpo un poco hacia adelante y cerré mis ojos mientras fruncia mis labios, esperaba que él captará lo que estaba queriendo dar a entender.

Sentí sus pasos y puso el anillo en mi dedo anular, luego me acaricio la mejilla y sentí, sentí sus labios justo en los míos. Lo besé y no me importó ser estatua en ese momento, subí mis manos a su cuello y le demostré en un beso lo feliz que me hacía.
Las personas gritaban y aplaudían, me aleje un poco de su rostro y vi sus ojos.
—Te amo.
Le dije y el volvió a unir nuestros labios.
—Yo te amo a ti. Celebraremos más tarde, lo prometo.
Me dio un rápido beso y luego se alejó.

Me miró un momento, se despidió con su mano. Al verlo irse, sólo pude volver a posar.

Al alejarse unos pasos, se detuvo dio la vuelta y dijo.
—Sonreíste, la apuesta la he ganado yo.
Me dijo y volvió su camino.

Entonces comprendí que ese había sido uno de los mejores días en mi vida. Amaba tanto a ese chico.

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