Así es ella, capaz de despertar los más profundos sentimientos, los más lejanos deseos. Prohibida es ella, como querer alcanzar la luna, como el amor que él sol le profesa, tan fuerte y delicada a la vez, como un diamante de cortes perfectos. Prohibida porque querer tocar su alma es más difícil que ver un pez trepar un albor. Prohibida porque sus labios carnosos me provocan besarla sin parar, porque su cintura tiene la medida exacta que elevaría a las estrellas a cualquiera que tenga la dicha de abrazarla. Prohibida porque las ganas por acariciar con mis labios cada milímetros de su piel sería como caer al vació, y aún siendo una manzana prohibida probarla y morir derretido entre sus gemidos sería el placer más grande. Prohibida porque allí donde ella es toda una reina, yo sólo soy un humilde peón.