Capítulo 7.- Adiós

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—¡Mierda! —Me quejo por el dolor, en mi pierna, me quedó enterrada una pequeña navaja, cortesía de un tipo al que acabo de hacerle un agujero en la cabeza

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—¡Mierda! —Me quejo por el dolor, en mi pierna, me quedó enterrada una pequeña navaja, cortesía de un tipo al que acabo de hacerle un agujero en la cabeza. La saco de un solo tajo. Es un corte limpio y no entró tan profundo pero duele de la putamadre. Me inclino hacia el tipo muerto y rasgo su camisa, con el trozo de tela me hago un torniquete en la pierna.

Sin guardar la pistola en mi mano, busco un cigarro en mi bolsillo y lo enciendo. Con la manga de mi camisa limpio un poco de la sangre que tengo en la ceja; tiene un mes que me dieron de alta en el hospital y la ironía de la vida, es que estoy junto a Romex dándole baja a unos cabrones que estaban robando la merca de Lance y acaban de darme una paliza porque no soy bueno con los puños. Aun así acabé ya con todos ellos, el marica de Romex no me sirvió para nada, él apenas pudo eliminar a tres y yo acabe con doce de ellos.

—¿Y te vas a quedar ahí parado como idiota? —muevo mi cabeza señalando la camioneta negra polarizada en la que llegamos para que Romex me siga— Vámonos.

Camino pasando de largo por los cuerpos caídos y doy otra calada a mi cigarro. La nicotina me ayuda con el dolor, tengo una herida que sangra en mi costado, pero puedo lidiar con esto, con lo que no puedo lidiar es con la compañía de Romex. Todo él me recuerda a Balton y estoy aquí porque desapareció desde el incidente conmigo. No volvió a la casa donde estuvimos juntos, es como si se lo hubiera tragado la tierra, ni siquiera Romex pudo encontrarlo, solo se largó y se borró del mapa. Cómo quisiera poder hacer eso y cómo quisiera saber dónde encontrarlo para decirle que es un pendejo igual que yo, por no saber arreglar todo esto entre nosotros.













—Te ves de la mierda. 

Después de dejar a Romex en su casa, tuve que venir a reportarme con Lance y no está. ¡Qué jodido día! Ahora tengo que escuchar al idiota de Curtis.

—No es problema tuyo. Dile a Lance que estoy esperando a que aparezca con su cara de idiota en la oficina. 

Planeaba ponerme de pie por un trago de alcohol, pero Curtis me empujó de nuevo a la silla donde estoy. Imbécil.

—¡Quédate quieto carajo! ¡Vienes herido y tengo que ver qué carajo tienes en el costado!

—¡No es tu problema imbécil!

Grito pero no me pongo en pie, después de todo, tengo que esperar al desgraciado de Lance.

—Si me hubieras esperado, no estarías como una piñata humana, idiota. —Curtis no pudo mover mi camisa para ver mi costado, así que ahora inspecciona la herida que tengo arriba de la rodilla— Esta herida necesita por lo menos dos puntos.

—No me importa. Quiero ver a Lance, AHORA.

—Voy a costurarte, no te muevas o te juro que te golpearé con lo que sea que me encuentre. —Curtis ya tenía preparado una cajita de primeros auxilios, la toma de un mueble de madera y también pasa por una botella de licor que está a medias, no sé qué es, pero la tomo con mi mano derecha, me urge el alcohol. Mientras más tiempo pasa, más me duele todo el cuerpo y el imbécil de Lance no llega. No tengo más ánimos de discutir con Curtis, así que me quedo quieto para que pueda suturar por lo menos una de mis heridas.

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