Capítulo 11.- Perseverancia

838 119 115
                                    

—¡Listo! —Mi madre ha terminado de limpiar la herida que tengo en mi rodilla, me sonríe cariñosa y da un beso a mi cabeza— ahora, regresa con tus amiguitos, Iran

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


¡Listo! —Mi madre ha terminado de limpiar la herida que tengo en mi rodilla, me sonríe cariñosa y da un beso a mi cabeza— ahora, regresa con tus amiguitos, Iran.

—¡No! —Niego con la cabeza y me cruzo de brazos mientras otro poco de lágrimas se escurren por mis ojos— yo soy el único que no sabe usar una tonta bicicleta, no puedo hacerlo.

—Pero tus amiguitos te están esperando.

—Me voy a caer otra vez, mamá.

Mi voz sale llorosa mientras limpio una lágrima de mi mejilla.

—Valentín el vecino, es muy bueno con la bicicleta, ese es su talento.

Me dice mi mamá y se sienta a mi lado en el suelo, estamos en el jardín de mi casa.

—Ya sé.

Gruño y me hago bolita bajando mi cabeza.

—Pero no sabe usar los patines, tampoco sabe subir a un árbol y mucho menos sabe correr rápido, siempre se cae.

—¡Yo sí puedo hacer eso mamá!

Me inclino hacia ella y dejo reposar mi cabeza en su brazo, ella acaricia con ternura mi cabello rubio y de cierta forma me siento mejor, ella siempre logra tranquilizarme.

Sé que soy pequeño para entender muchas cosas, pero creo que mi madre es como un ángel. Las mamás de mis amigos gritan mucho y están ocupadas, pero mi madre no es así, ella siempre habla conmigo y me explica las cosas cuando estoy equivocado, cuando sea grande la voy a cuidar como ella me cuida a mí.

—Te voy a decir un secreto, Iran —ella sigue sonriente, siempre es mi cómplice en todo—, tu amigo Valentín tiene un talento con la bicicleta, ese es su talento especial, pero tú, tienes un talento mucho mejor y ese talento te va a ayudar siempre que lo conserves contigo.

—¿Yo? —La miro emocionado y ya no tengo ganas de llorar— ¿Cuál es mi talento, mamá?

—La perseverancia, Iran.

—Eso no suena como la gran cosa.

Mi madre se pone de pie y yo la imito.

—Eres perseverante mi niño, cuando algo te sale mal o no sabes hacerlo, lo intentas de nuevo una y otra vez hasta que tienes éxito —ella acaricia una vez más mi cabello—, cuando seas mayor, esa perseverancia te servirá para no rendirte nunca y aun cuando estés derrotado, te levantarás de nuevo.

La miro con esperanza y nuevas energías en mí mismo. Mi madre señala mi bicicleta.

—Anda Iran, anda hijo, levántate de nuevo, no te quedes ahí. Aun cuando todo esté perdido, levántate...











EscapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora