En teoría, la vida de Terra debería de ser más fácil ahora. Su hermano kanima ya no está, tiene a los mejores amigos del mundo e Isaac está enamorado de ella. Sin embargo, su vida perfecta está a punto de tambalearse.
El pasado ha regresado por ell...
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Era el viaje más lento que Terra había hecho. Con Scott desangrándose, Isaac sin hablarle y el asqueroso de Jared a punto de vomitar, Terra maldijo el día en que aceptó volver al equipo de lacrosse. Cuando el director le concediera su petición de un equipo femenil —porque inevitablemente lo haría. No había manera en que Terra no se saliera con la suya—, se encargaría de planear todos sus viajes en avión privado y con destino en alguna playa exótica.
—McCall, ¿tú también estás mareado? —preguntó el entrenador, molesto, después de tener que regañar a Jared.
—No, entrenador, estoy bien —mintió Scott, fatalmente. Terra volteó a ver al entrenador, completamente seria.
—Si McCall vomita en mí, desato el infierno —gruñó. El entrenador tragó saliva, visiblemente asustado, sabiendo que no quería estar ni cerca de que la amenaza de Terra se volviera realidad.
Bobby asintió, claramente intimidado.
—Scott, estás sangrando de nuevo —señaló Stiles—. Y no me digas que esto está tardando más en sanar porque ese sangrado significa que no ha sanado para nada.
Scott iba a responder, pero notó cómo Ethan estaba atento a sus palabras.
—Él está escuchando —dijo Scott.
—Oh, ¿en serio? —Preguntó Terra, relamiéndose los labios –Muy bien, explicaré con detalles lo que te haré, pedazo de mierda. Primero, te tomaré de los testículos con mis uñas recién hechas. Las encajaré hasta que sangres. Luego, tomaré un cuchillo. Pondré tu miembro sobre una lija y como si de una zanahoria se tratara comenzaré a cortar. Chop. Chop. Chop. Posteriormente, lanzaré jugo de limón hirviendo a tus bolas... —hizo una pausa—. ¿Sigue escuchando?
—Creo que no. Fuiste muy descriptiva, Terra.
—Gracias, Scotty —musitó Terra, halagada—. ¿Crees que haga algo?
—No frente a tanta gente —concluyó Scott, después de analizarlo un instante.
—¿Qué hay de nuestras dos bombas de tiempo que están cerca de él? —preguntó Stiles. Terra hizo una mueca.
—Oh, definitivamente van a explotar.
—No lo creo —opinó Scott—. Al menos no aquí.
—¿Y si lo hacen? ¿Vas a detenerlos? —insistió Stiles.
—No va a poder hacerlo sin que se le salga el hígado —exclamó Terra, señalando la herida de Scott.
—Si tengo que hacerlo, lo haré —musitó Scott sombríamente. Terra bufó.
—Ponte de pie y si no te caes, tal vez considere dejarte intervenir. Tal vez —Terra hizo una pausa—. Ey, ¿creen que Isaac esté molesto porque fui a sus espaldas a ver a Derek?
