Caminemos...

11.8K 804 181
                                        


Lincoln se levantó del sofá, frotando suavemente sus ojos, intentando quitar los rastros de lágrimas que había dejado escapar hace unos instantes. Hacia demasiado tiempo que no escuchaba la voz de su madre, eso le había causado un gran impacto. Un impacto para el cual no estaba preparado, pero por fortuna pudo mantenerse inmutable y no quebrarse, ante la voz de su madre. Aun así, Respiraba lentamente Lincoln, de manera profunda y tranquila, buscando un poco de alivio, ya se hallaba en su límite emocional y empezó a sentir que se avecinaba una ansiedad, cargada de nerviosismo y temores. El necesitaba calmar y ahogar esas sensaciones venideras con un poco de humo, el necesitaba de aquello que se había vuelto un aliado para luchar contra aquellas malditas sensaciones, pero... por más deseara tenerlos a mano, la verdad era que ya no le quedaban.

Aquellos tubos de cáncer a largo plazo, eran una de las pocas cosas que podían aliviar a Linconl, no se sentía orgulloso de esto, pero eran muy eficaces, cuando parecía que todas aquellas malditas y pútridas sensaciones lo arrastraban hacia el abismo. Él había adoptado este mal habito del cigarro desde muy joven, y cuando atravesaba por algunas situaciones que no a toda persona se le pone en él camino, pero en ese entonces Lincoln no era recurrente a buscar auxilio en los cigarros, cosa que cambio en la con el pasar del tiempo. El albino al alejarse de su familia, aumento su demanda con el cigarro por todo el estrés y por las penas que cargaba en su conciencia.

- Diablos, lo que faltaba...(suspiro). No tengo un maldito cigarro. - Soltó una oración cargada de frustración Lincoln. Mientras encendía la pantalla de su móvil y miraba la hora, este marcaba las dos y media de la noche. - Diablos..., ahora casi todas las tiendas están cerradas. - Soltó otra oración cargada con más frustración que la anterior. - Solo me queda ir hasta una tienda veinticuatro horas, en la ciudad. Si no me equivoco... en auto serán unos siete u ocho minutos ¿Tal vez? ¿Quizás? - Dijo Lincoln intentando convencerse a si mismo para encaminarse en búsqueda de sus calmantes de cáncer.

- Bueno, quedándome aquí no hare nada. - Sentencio Lincoln dirigiéndose a su cuarto en busca de algo de ropa. - Creo que lo mejor seria que evite el disfrazarme por ahora. No quiero que en la tienda me confundan con alguna clase de ladrón. Así que vestiremos algo para pasar desapercibido - Dijo Lincoln analizando la situación. - Aunque pasar desapercibido con una cabellera albina, no creo que sea posible. - Finalizo Lincoln su pequeña charla consigo mismo.

Un Lincoln vestido bajaba las escaleras este llevaba unas zapatillas blancas, unos jeans grisáceos oscuro gastado en las rodillas, una remera gris bajo una campera naranja con capucha y detalles en negro, un color que sin duda no podía pasar desapercibido para nadie, en esta se le podía notar un pequeño bulto en el bolsillo. El albino se dirigía a la puerta listo para abrirla. Cuando de repente fue interceptado por Charles jr. que traía consigo en su boca el pretal para paseos. Lincoln lo miro sonriente y le dijo. - Acaso "TU" no estaba durmiendo - señalando al San Bernardo que lo miraba. Lincoln le devolvió la mirada a su enorme compañero, y recordó cómo, desde que este apareció irrumpiendo en su vida. Su dependencia al cigarro había mermado considerablemente pero aun así seguía dependiendo de este para superar sus fatídicos momentos de tormento personales.

Rompiendo su pequeño transe volvió a hablarle a su enorme perro.

- Vamos Charles solo voy por unos cigarros, nada del otro mundo. Así que por favor quedate y cuida nuestro "hogar". - Le dijo Lincoln intentando convencer a su perro. Lo que fue algo inútil, puesto, que el manifestaba su postura negativa a esta orden, gruñéndole levemente como si dijera "no". Notando esta postura en su perro solo pudo ceder y no perder mas tiempo en una charla que no lo favorecía en absoluto.

- Ok... (Suspiro). - Dijo Lincoln derrotado, tomando y colocándole el pretal al enorme perro. Mientras decía. - (Suspiro)... "Si no puedes contra ellos, deja que se te unan. - Al finalizar esta oración noto la mirada juzgadora de su perro. - Ya se Charles, se muy bien que el refrán no es así, pero para esta situación funciona perfectamente de esta forma. ¡Ahora deja de mirarme así y vámonos¡ - Dijo Lincoln abriendo la puerta.

En Busca De Un Loud.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora